Skip to main content

Full text of "Rodrigo : tragedia original en cinco actos"

See other formats


M 


tragedia  original  en  cinco  actos: 


1  :                                                           ' 

• 

g'®  ¿IW^Si 

1 

IPon  Mí^nio  ɧtf  :¿J  M*uU' 


JUNTA     DELEGADA 

DEL 
TESORO     ARTÍSTICO 


Libros    depositados    en    la 
Biblioteca  Nacional 


Procedencia 

• 

N.°  de  la  procedencia 


.  . 


»:  í 


¿U^euta  le  j£*.«^  W'ffloS*  GatXur  ftfe  A 
CALLE  DEL  AMOR  DE  DIOS,  NÚMERO  Al 


PERSONAGES. 

■■■»»n)»»>»»X®MC(CCW«m«"" 

Florinda. 

Rodrigo,  Rey  de  los  Godos. 

El  Conde  D.  Julián. 

TeodcíREDO,  prometido  esposo  de  Florinda. 

Tulga,  Ministro  del  Rey. 

Egerico,  parcial  del  Conde. 

Tarif  Abenzarga,  caudillo  de  los  Moros. 

Guerreros  Godos  y  Musulmanes. 


La  escena  esa  orillas  delrioGuadalete. 


Esta  tragedia  es  propiedad  del  Editor,  quien  persegui- 
rá ante  la  ley  al  que  la  reimprima ;  y  no  podrá  represen- 
tarse en  ningún  Teatro  del  Reino  sin  adquirir  el  derecho 
de  propiedad  para  ello  ,  según  se  previene  en  la  Real  Or- 
den inserta  en  la  Gaceta  de  8  de  Mayo  de  1837.— 


ADVERTENCIA. 


Hace  años  que  compuse  esta  tragedia 
que  la  censura  no  permitió  representar 
entonces.  El  nuevo  gusto  introducido 
en  literatura  me  ha  retraido  de  darla 
al  teatro,  luego  que  aquel  inconve- 
niente ha  cesado;  á  lo  que  también  han 
contribuido  los  muchos  defectos  que 
reconozco  en  ella,  principalmente  en 
el  plan,  por  ser  asunto  que  no  se  aco- 
moda bien  á  las  unidades  clásicas.  A- 
caso  no  hubiera  pensado  tampoco  en 
imprimirla  á  no  haber  llegado  á  mis 
manos  una  edición  de  ella ,  hecha  sin 
mi  conocimiento,  tan  defectuosa  y  des- 
figurada, que  no  ha  podido  menos  de 
resentirse  mi  cariño  de  padre.  Esta  ra- 
zón, y  el  haberse  representado  en  algu- 
nos teatros  de  provincia,  me  mueven  á 
publicar  este  que  fué  mi  primer  ensa- 
yo en  un  género  tan  difícil.    . 

784522 


ACTO  PRIMERO. 


El  teatro  representa  una  magnífica  tienda  real  ente- 
ramente abierta  por  el  fondo:  mas  allá  se  ve  el  cam- 
pamento  de  los  Godos;  y  á  lo  lejos  el  rio  Guadalete 
y  la  ciudad  de  Jerez.  Dentro  de  la  tienda  ,  á  la  de- 
recha del  actor)  habrá  un  trono. 

ESCENA  PRIMERA. 

EL  CONDE  D.  JULIAK,  TEODOFREDO. 

Juli.       X  a  de  nuevo  sus  huestes  ordenando, 

El  Rey  nos  llama  á  la  mortal  contienda: 
Ven,  Teodofredo,  ven,}  y  la  victoria 
Hoy  deba  España  á  tu  valiente  diestra. 
Mas  ¿qué  miro?  Turbado  y  silencioso 
Ala  voz  del  honor  inmóvil  quedas; 
Cobarde  palidez  tu  frente  cubre  , 
Y  suspirar  te  escucho...  ¡Qué!  ¿flaquea 
Acaso  tu  valor? 

Teod.  Jamas  el  miedo 

Mi  pecho  conoció :  sobradas  pruebas 
Di  de  mi  aliento  al  Moro  ,  y  este  brazo 
Aun  con  su  sangre  enrojecerse  espera; 
Mas  no  sé  que  fatal  presentimiento, 
O  conde  D.  Julián,  el  alma  aterra, 
Que  alejarle  procuro  ,  y  me  persigue 
Presagiando  desgracias  y  miserias. 

Juli.     Y  ¿qué  desgracias  recelar  podemos 

Cuando  propicio  el  hado  se  nos  muestra? 
En  vano  el  Moro  con  inmensa  hueste 
Osado  pisa  la  española  tierra: 
Ese  torrente  asolador  un  dique 


(6) 

Encuentra  ya  do  su  furor  se  estrella  , 

Y  de  Jerez  los  campos  serán  tumba 
Do  quede  sepultada  su  soberbia. 
No  empero  fácil  la  victoria  el  cielo 
Nos  quiere  conceder :  la  lid  horrenda 
Cinco  luces  ba  ya  que  se  prolonga 
Con  dudosa  fortuna;  por  do  quiera 
Se  mira  en  torno  el  lastimoso  estrago 
De  la  muerte  feroz;  montes  se  elevan 
De  insepultos  cadáveres  ,  y  el  Lete 
Tintas  en  sangre  al  mar  sus  ondas  lleva. 
¡  Ahí  si  la  noche  ayer  de  tus  hazañas 
El  curso  vencedor  no  suspendiera , 
Himnos  de  triunfo  y  paz  hoy  sonarían  , 
No  ya  el  clamor  de  furibunda  guerra. 
Deshechas  por  tu  espada  victoriosa 
Vio  el  soberbio  Tarif  sus  huestes  fieras, 

Y  próximo  á  su  ruina,  le  salvaron 
La  oscuridad ,  su  fuga  y  la  tormenta. 
Mas  ¿qué  puede  un  contrario  ya  abatido? 
Muéstrate  solo  y  la  victoria  es  nuestra. 

Teod.     Nuestra  sería  ya  si  cual  un  tiempo 

Terrible  el  Godo  en  las  batallas  fuera , 
Si  aun  en  6U  pecho  ardiese  el  valor  noble 
Con  que  venció  á  los  dueños  de  la  tierra. 
Mas  ¡cuan  otro  es  ahora!  Ya  las  armas 
Son  vano  adorno  en  él,  no  son  defensa; 

Y  mientras  de  oro  recamadas  brillan , 
Pesadas  caen  dé  su  débil  diestra. 
Disponer  una  lid  ,  asaltar  muros  , 
Son  ejercicios  que  olvidados  deja 

En  torpe  ociosidad :  no  denodado 
Con  noble  afán  á  los  combates  vuela  j 
Vuela,  sí,  á  los  festines  licenciosos 
Do  ostenta  su  molicie  envuelto  en  sedas, 

Y  en  lugar  de  aguerridos  escuadrones  , 
Solo  sabe  vencer  á  una  belleza. 
Muerto  para  el  honor,  público  alarde 
Hace  del  crimen  ,  la  virtud  desprecia  , 
Huella  la  religión.  Cansado  el  cielo , 


(7) 

Sobre  España  las  hordas  agarenas 
Lanzó  en  justo  castigo,  y  nos  conduce 
Al  punto  en  que  su  cólera  funesta 
Disuelve  los  imperios  corrompidos 

Y  al  seno  de  la  nada  los  despeña. 
Juli.     ¡  Acerbo  fruto  del  atroz  reinado 

Con  que  Vitiza  desolara  á  Iberia ! 
Principio  entonces  la  desgracia  tuyo 
De  este  suelo  infeliz:  vicios,  licencia, 
Cobarde  olvido  del  honor  primero 

Y  torpe  corrupción ,  la  herencia  es  ésta 
Que  nos  dejó  al  caer.  Vino  Rodrigo...... 

¡  Ah!  si  fuese  el  valor  la  sola  prenda 
Necesaria  en  un  Rey,  quizá  la  patria 
Aun  recobrara  su  perdida  fuerza. 

Mas  solo  en  los  combates  animoso. 
Su  mano  sin  poder  rige  inesperta 
El  timón  del  Estado.  Las  pasiones 
Nunca  su  ardiente  corazón  refrena  : 
Quizá  temblando  con  presagios  tristes, 
Detiénese  del  vicio  en  la  carrera; 
Mas  luego  á  impulsos  de  falaz  consejo, 
Con  mayor  ceguedad  lánzase  en  ella. 
¡  O  cuántos  ya  de  su  imprudente  orgullo 
Probaron  los  efectos!  Su  insolencia 
Ni  respeta  á  los  nobles  ,  j  almas  viles , 
Que  solo  exhalan  su  dolor  en  quejas! 
Al  conde  D.  Julián  tales  ultrages 
No  han  podido  alcanzar:  aun  se  muestra 
Mi  frente  sin  rubor  \  mas  si  algún  dia..,., 
Basta:  el  Rey  nos  aguarda.  A  la  pelea 
Corramos ,  Teodofredo  :  allí  tu  brazo 
Dé  la  victoria  á  España  \  allí  merezca 
Tu  amor  el  dulce  premio  que  destino 
A  tu  heroico*  valor. 
T-God.  j  Ah !  si  pudiera 

En  mi  pecho  estinguirse  el  fuego  sacro 
De  patriótico  amor,  tal  recompensa 
Diérame  sola  irresistible  esfuerzo. 
Si,  tú  Florinda  á  la  mayor  empresa 


(8) 

Bastaras  á  guiarme. 

Juli.  Y 'tú  tan.  solo 

Digno  eres  de  Florinda:  aun  se  alberga 
En  tu  aliña  la  virtud  que  desterrada 
Huyó  de  entre  los  Godos:  tú  en  las  sierras 
De  la  áápera  Cantabria  te  educaste 
Libre  del  vicio  que  ert  la'Corte  reina. 
Tuya  será  Florinda.  —  Hija  querida, 
Modelo  de  virtud  y  de  belleza, 
Objeto  de  mi  amor,  por  quien  gustoso 
Bienes,  vida  y  poder,  todo  perdiera, 
4  Ah!  tu  padre  por  fin  hallarte  esposo 
Supo  digno  de  tí :  nó  entre  la  inmensa 
Turba  falaz  de  inicuos  palaciegos 
Que  anhelan  tu  beldad.  ¡Yo  consintiera 
Fiar  tu  dicha  á  quien  se  emplea  solo 
En  corromper  la  candida  inocencia , 
Y  esquivando  tu  amor  y  tus  halagos 
Con  viles  cortesanas  confundiera 
A  su  esposa  infeliz!...  ¡  Ah!  no:  primero 
Que  ver  tu  deshonor  te  quiero  muerta. 

Teod.     Perezca  yo  si  su  virtud  un  punto 
De  tal  suerte  ultrajase :  sí  perezca 
Hoy  al  furor  del  agareno  alfange 
Si  mi  amor  algún  dia...  —  Pero  suena 
Un  confuso  rumor...  Las  tropas  todas 
Vuelven  al  campo  y  presuroso  llega 
Tulga  á  este  sitio. 

ESCENA  II. 

DICHOS,     TULGA. 

Tulg-  Generoso  Conde , 

Teodofredo  valiente,  la  pelea 
Hoy  se  suspende  ,  y  nace  la  esperanza 
De  venturosa  paz:  con  impaciencia 
Ya  de  la  fiera  lid  nuestros  soldados 
La  señal  esperaban;  mas  se  aterra 
Con  su  aspecto  marcial;  medroso  el  Moro> 


(9  ) 

Y  la  oliva  pacífica  nos  muestra. 

La  tregua  está  aceptada  y  Tarif  mismo 
A  tratar  con  el  Rey  aquí  se  acerca/ 

ESCENA  III. 

DICHOS,     RODRIGO,     NOBLES,     Y     GUERREROS. 

Rodr.      Nobles  Godos,  guerreros  esforzados, 
Pqr  fifi  el;  dia  suspirado  llega 
En  que  tras  tanto  afán,  dichosa  España 
M  De  los  hijos  de  Agar  libre  se  vea. 
.  Huyendo  ya  de  nuestro  ardor  bizarro, 
El  Africano  en  breve  á  las  arenas 
Tornará  de  la  Libia :  en  los  desiertos 
Esconda  allá  su  miedo  y  su  vergüenza; 

Y  si  mas  tiempo  resistir  osare 

Hoy  i  su  sepulcro  nuestros  campos  sean. 
Dad  entrada  á  ese  Moro. 

ESCENA  IV. 

DICHOS,  TARIF,  GUERREROS    MOHOS. 

Rodrigo  sube  al  trono  donde  permanece  rodeado 
de  guardias  y  de  los  nobles,  godos.  Los  soldados 
se  colocan  enfrente.  Sale  tarif:  los  Aforos  que  le 
acompañan  se  quedan  en  el  foro ,  escepto  algunos 
que  se  adelantan  con  él  hacia  el  proscenio. 

Tarif.  Antes  que  llegue 

La  ruina  inevitable  que  os  espera  , 
He  querido,  Cristianos,  de  mi  saña 
Los  rayos  suspender.  El  gran,  Profeta 
Que  aquí  guió  mis  armas  vencedoras, 
La  compasión  me  manda  á  par  que  fuerza 
Me  infunde  irresistible.  Ved  su  imperio 
Cual  nace  humilde  en  la  apartada  Meca, 
Y  rápido  creciendo,  las  naciones 
Le  doblan  todas  la  cerviz  soberbia. 
Tiembla  en  Bizancio  el  orgulloso  Griego, 


(10) 

Gime  vencido  el  indomable  Persa, 

Do  quier  en  Asia  nuestra  ley  se  adora, 

Y  África  snjetada  la  respeta: 

Todo  hasta  el  Atlas  desde  el  Indo  es  nuestro. 

Llena  ya  de  pavor,  nos  vé  á  sus  puertas 

La  dividida  Europa,  fabricadas 

Sus  cadenas  están:  ¿  quién  la  liberta  ? 

¿Seréis  vosotros,  Godos?  Confiados 

Ño  estéis  en  ese  ejército  que  puebla 

Del  Lete  undoso  la  aterrada  orilla, 

Vil  muchedumbre  que  al  mirarnos  tiembla. 

El  valor  y  no  el  número  es  quien  vence. 

Descansad,  descansad  en  esas  tiendas 

De  púrpura  y  de  seda,  respirando 

Olorosos  perfumes,  dad  en  ellas 

Banquetes  deliciosos}  los  placeres 

Buscad  lascivos  y  olvidad  las  guerras. 

Ceded  á  los  decretos  del  destino. 

El  fuerte  Musulmán  en  su  carrera 

Se  muestra  incontrastable:  conocedlo, 

Godos ,  y  os  someted:  la  gran  clemencia 

Probareis  del  Califa 

Rodr.  Calla,  Moro: 

Sella  ese  torpe  labio,  que  ya  mengua 
Oirte  mas  sería.  ¿Qué  te.  atreves 
A  proponerme  osado  ?  ¿  que  yo  ceda? 
;Que  te  entregue  cobarde  mis  estados? 
/Que  arranque  de  mi  frente  la  diadema? 
¿Y  la  cruz  santa  con  baldón  humille 
Ante  la  media  luna?  ¿Quién  te  alienta 
Para  tanta  osadía?  Porque  dócil 
El  Asia  afeminada  á  la  cadena 
Haya  el  cuello  doblado,  ¿ya  de  Europa 
Te  presumes  señor?  Pues  qué,  ¿son  éstas 
Las  naciones  del  Tigris  avezadas 
A  vil  esclavitud?  Aquí  se  albergan 
Los  pueblos  belicosos  que  al  Romano 
Arrancaron  el  cetro  de  la  tierra; 
Aquí  pechos  valientes  que  de  acero 
Vestidos,  al  combate  se  presentan* 


(11) 

Aquí  fuertes  guerreros  que  se  r  quieren 
Muertos  antes  que  esclavos.  Cuando  fuera 
El  cielo  mismo  á  su  valor  contrario, 
Decretara  su  fin  no  su  vergüenza: 
Mientras  tengan  espadas  en  las  manos 
Los  verán  combatir;  y  esta  cabeza 
Que  aun  la  corona  con  honor  sostiene 
Si  la  llega  á  perder,  caerá  con  ella. 

Teod.      No,  no  la  perderá,  que  nuestros  brazos 
La  sabrán  sostener  y  con  afrenta 
Del  orgulloso  infiel  darle  mas  lustre. 
¿Co'mo  hablas,  Moro,  tan  altivo?  ¿Piensas 
Así  ocultar  tu  miedo?  Ayer  debiste 
Dar  en  el  campo  las  heroicas  muestras 
De  tu  inmenso  poder;  pero  tú  sabes 
Mas  que  el  hierro  mortal  mover  la  lengua. 
¿Donde  ese  Dios  estaba  que  eb  imperio 
Del  mundo  os  debe  dar  cuando  deshechas 
Tus  escuadras  huian?  ¿Quién  el  golpe 
De  su  brazo  paró?  La  deidad  vuestra 
La  noche  debe  ser:  alzadla  templos 
*  ues  ella  os  amparó  con  sus  tinieblas. 

Tari/.      Mucho  encareces,  Godo,  esa  ventaja 
Que  pasagera  y  débil,  lisongea 
Vuestra  esperanza  en  vano:  mia  guerreros 
De  venganza  sedientos  á  lid  nueva 
Correr  ansiosos  quieren,  y  cumplido 
"ronto  su  anhelo  quedará. 

Rodr.  pues  sea. 

Torna,  Moro,  á  los  tuyos,  y  mañana 
Cuando  su  pura  luz  el  sol  nos  vuelva 
Decida  el  Dios  de  las  batallas. 

Tarif.  Muertes, 

Y  estragos,  y  esterminio,  su  sentencia 
Será,  no  lo  dudéis,  contra  los  Godos. 

tiodr.     Antes  pronunciará  la  ruina  vuestra. 

larij.      En  fin  ¿estáis  á  perecer  resueltos? 

Jiodr.      A  castigar  estamos  tu  insolencia. 

1  aríf.      Adiós,  pues,  y  temblad:  mañana  el  reino 
De  los  Godos  verá  la  luz  postrera. 


(12) 

ESCENA   V. 

dichos,  menos  tarif. 

Rodrigo  {Bajando  del  trono.) 
Lo  habéis  oido  ,  valerosos  Godos 
Atar  la  patria  á  bárbara  cadena, 
La  amable  libertad  arrebataros, 
Profanar  los  altares,  ésto  intenta 
El  feroz  Musulmán.  ¿Cuál  de  vosotros 
Habrá  que  al  escucbarlo  no  se  encienda 
En  sagrado  furor? 

Teod.  Nadie;  y  del  nuevo 

Combate  la  señal  con  impaciencia 
Ya  todos  aguardamos.  Sí ,  aquí  todos 
Juramos  ó  vencer  en  la  pelea, 
O  morir. 

Todos.  Lo  juramos. 

Rodr.  ¡  O  ardimiento! 

No  hay  que  dudarlo,  el  triunfo  nos  espera. 
Id ,  descansad,  en  tanto  que  la  palma 
El  inmediato  sol  á  darnos  venga. 

ESCENA  VI. 

RODRIGO,     TULGA. 

Rodr.     Respira  en  fin  mi  acongojado  pecho: 
Ese  ardiente  valor  segura  prenda 
Del  triunfo  nuestro  y  destrucción  del  Moro, 
Calmando  mi  inquietud,  el  miedo  ahuyenta. 

Tulg.      /Miedo  vos?...  ¡Ah  señor!  ¿Cuándo  Rodrigo 
Pudo  al  miedo  ceder?  Pues  qué,  ¿no  alberga 
Esa  alma  grande  ya  su  heroico  fuego, 
Ni  aquel  valor  que  tan  temible  fuera? 

Rodr.     Con  rubor  lo  confieso:  hoy  he  temblado 
Por  la  primera  vez:  visión  funestas 
De  algún  fatal  suceso  triste  nuncio, 
Me  llena  de  pavor:  ala  pelea 
No  era  este  día  favorable  acaso : 


(13) 

j  Cuándo  sino  mi  ardor  la  suspendiera ! 

Tule.     Y  ¿qué  horribles  prodigios' así  pueden 
Vuestro  pecho  aterrar  ? 

Rodr.  Señales  ciertas 

Délas  iras  celestes  que  la  ruina    '     : 
Presagian  de  mi  imperio.  En  está  tienda 
•  ■  Me  entregaba  al- reposo,  cuando  siento  l*» 
Debajo  de  mis  pies  temblar  la  tierra.1 
Ábrese  al  sacudirse,  y  la  ancha  boca 
Lanza  tronando  una  fantasma  horrenda. 
De  crueldad  y  de  lascivia  á  un  tiempo 
En  su  semblante  vil  se  vén  las  señas. 
Pálido  y  seco  el  rostro,  ojos  hundidos 
Do  el  contento  feroz  del  malo  Teina, 
Manando  sangre  de  la  boca  impura^ 
Con  descarnada  mano  á  una  belleza 
Lánguidamente  halaga,  y  con  la  otra 
Veneno  esprime  de  malignas  yerbas. 
j  O  cielos !  J  Y  aquel  monstruo  abominable 
En  su  frente  llevaba  la  diadema  ! 
Era  Vitiza...  Al  verle  me  horrorizo.'    '*'"- 
jY  qué  !  le  dije  estremecido:  ¿aun  huellas  ■ VvV'  "" 
Este  infelice  suelo  que  entregaste  i;í 
A  la  desolación?.. /Deten  la  lengua, fP  * 
Me  replicó  furioso^  yo  los  males  i       ' 
De  España  principié;  mas  tú  la  llevas 
A  lamentable  ruina...  Esa  corona 
Que  me  osaste  arrancar,  en  tu  cabeza 
Miro  ya  vacilante...  sí...  ya  cae... 
jAy  Rodrigo  de  tí!  j  Ay  de  la  Iberia!  ; 
Dice  y  desaparece;  y  de  improviso 
Me  siento  transportado  á  la  ribera 
De  un  raudal  cristalino  que  sus  linfas! ' 
Desliza  manso  entre  las  flores  tiernas. 
Do  quier  allí  la  primavera  hermosa 
Ostenta  su  verdor.  Una  doncella 
En  un  lecho  de  césped  recostada 
A  mi  encantada  vista  se  presenta. 
;0  cuan  hermosa!...  A  su  mirar  divino* ' 
A  sus  gracias  y  hechizo  se  enágéna 


( .14 ) 

Mi  ardiente  fantasía...  Con  su  risa, 
Con  sa  mano  me  llama  placentera.  .'&W\! 

Corro ,  quiero  abrazarla...    O  cielos !  solo 
Hallo  una  sombra  que  los  aires  llevan ; 

Y  en  derredor  de  mí  cubierto  el  suelo 
De  cadáveres  miro  ,  armas  deshechas  , 
Ruinas  ,  sangre  y  horror.,.  Estalla  el  rayo  ? 

Y  el  rio  hinchando  su  corriente,  anega  i 
El  campo;  y  yo  arrastrado  por  sus  olas 
Me  voy  al  fondo  á  perecer  en  ellas. 

Tulg-       ¡Cielos!  i  , 

Rodr.  ¡  fi.\\  l,  tu  no'  sabes  hasta  donde 

Llega  mi  turbación.  Esa  doncella  . 
De  tan  rara  beldad,  no  te  persuadas 
Que  es  una  sombra  vana  ,  una  quimera  * 
Hija  solo  del  sueño...  ¡  Ay  ,  Tulga!  existe  , 

Y  yo  la  conocí  i  su  imagen  era  ,  gj 
Su  imagen,  seductora  que  idolatro  , -,'/ 
Y, está  en,  mi  ardiente  corazón  .impresa*  - 

Tulg.     ¿Qué  me  decís ,  señor  ?  ¿En  llama  oculta 

Ardéis- acaso?  ,   v  L'    ... 

Rodr.    ¿i    ¡i.'  ¡rr    Sí ?;de  pasión, ciega 

Yo  me  siento  arrastrar...  Esa  Florinda  . 

A  quien  por  su  beldad,  todos  celebran 

Y  mas  ppr  sus  virtudes.., 

Tulg.  ,   :¡       :  ¿Quién? ¿La hija 

Del  Conde  D.  Julián? 

Rodr.  .,!,      :  Tulga,  por  ella  ; 

Yo  me  abraso  de  amor...  Yd  de  su  fama 
El  eco,Pejgó,á  mí  cuando  modesta 
Aun  ocultaba  su  vivir  dichoso 
En  la  alegre  Jerez.  L$  cruda  guerra 
Aqqíiguiórmi, ejército-;,  y  entonces 
Conocerla  anhelé  jruinca  la  viera!      .  (j 
Presentóse  en  mi  cort£  ,;  y  isji  hermosura!, 
Cual  borra  el  sol  la jluz^de.la^  estrellas  , 
Eclipsó  lajbeldad^de  cuantas  damas 
En  ella  antes,  brillaban  ;  aun  la  Reina, 
Célebr;eventre  las  bellas,  á  mis  ojos 
Perdió  su  antiguo  hechizo.-!  Cual  sedienta 


(  15  ) 

Mi  alma  el  fuego  bebía  que  inflamaba 
Todo  mi  ser  estremecido  al  verla !' 
La  amé,  Trilga  ,  la  amé.  Mil  veceé  qujse1 
Declararle  mi  amor  ;  mas  s«  inocencia,^ 
Sus  tímidas  miradas  contenían    r--r \»a  X\ 
Mi  ardoroso  anhelar...  Turbada,  inquieta  , 
Mi  alma  ya  desde  entonces  de  nri  deseV 
A  otro  contrario  arrebatarse  deja,  n 
Hora  el  honor ,  mi  dignidad,  me  mandan 
Sofocar  pi  pasión  ;  hora  me  ciega 
Un  loco  frenesí  qué  mal  mi  grado 
Al  negro  crimen  tras  de  sí  me  llera. 
La  imagen  de  Florinda  me  persiguej 
Clavada  al  corazón  llevo  la  flecha 
De  mi  agudo  pesar  ,  y  ya  mas  tiempo 
No  es  dado ,  nó ,  que  resistirlo  pueda. 
Tulg'      Señor,  ¿en  qué  os  paráis?  ¿Debéis  acaso 
Así  entregaros  á  crueles  penas, 

Y  del  Estado  abandonar  la  nave 

De  una  inquieta  pasión  á  la  tormenta? 
El  bien  común  en  vuestra  paz  se  cifra  •, 

Y  esa  perdida  paz  fácil  volverla 

A  vuestra  alma  será.  Cuando  Florinda 
Por  su  Rey  y  señor  amarse  vea, 
Florinda  os  amará  ;  que  mal  resiste 
El  frágil  corazón  de  una  belleza 
Al  esplendor  del  trono  ,  y  fácilmente 
Por  él  sus  ojos  deslumhrarse  dejan. 

Rodr.     ¡  Ah !  que  jamas  sin  recibir  mi  mano 
Podrá  rendirse  su  virtud  severa. 

Tulg.     Dádsela,  pues,  señor:  con  Egilona 

El  cielo  mismo  vuestra  unión  reprueba 
Negándole  á  pesar  de  tantos  votos 
De  su  estéril  unión  la  ansiada  prenda. 

Rodr.     Me  propones  ^ó  Dios  !  que  la  repudie? 

Tulg.       Si  vuestro  amor  lo  exige  ¿qué  os  arredra? 
Seréis  vos  el  primero  por  ventura 
Que  con  feliz  divorcio  sacudiera 
De  odioso  enlace  el  insufrible  yugo  ? 
Hollada  ha  sido  ya  tan  fácil  senda 


( 16 )) 

Por  monarcas  sin  cuento.  Godos  ,  Francos  , 
Vieron!  nías  de. una  vez  á  ilustres  reinas 
Bajar  del  alto  esplendoroso  alcázar 
Aja  estrechez  humilde  de  una  celda. 
¿Y  negareis  vos  solo  á  vuestro  anhelo 
Lo  que  á  tantos  ,  señor  ,  lícito  fuera  ? 
Rodr.     rAh ,  Tulga!  tus  consejos  seductores 

¡Cuan  dulcemente  el  corazón  penetran ! 
Pero  vacilo ,  temo....  En  tai  conflicto 
Mi  ardor  ni  vence  ,  ni  vencido  queda. 
Hora  pensemos  en  salvar  á  España  y 
Luego  el  amor,  remplazará  ala  guerra. 


- 

q 


n 

■ 


ACTO  SEGUNDO. 


ESCENA  PRIMERA. 

FLORINDA,  EL  CONDE  D.  JULIÁN. 

Flor.      mT  erdonadíne  ,  señor :  cuando  la  tregua 
Por  hoy  suspende  la  feroz  batalla  , 
¿Debiera  acaso  contener  Florinda 
El  tierno  impulso  que  hacia  vos  la  arrastra? 
¿A  su  filial  amor  negar  pudiera 
La  dicha  de  abrazaros? 

Juli.  ¡Hija  cara! 

No  culpo ;  no,  tu  amor:  de  puro  gozo 
Este  instante  íne  colma.  Llega  ,  abraza 
A  tu  padre  ,  Florinda. 

Flor.  ¡O  Dios,  no  sea 

Por  la  postrera  vez!  . 

Juli.  ¡Cielos!  Aparta 

Tan  tristes  pensamientos. 

Flor.  ¡Cuántas  penas 

Mi  triste  pecho  han  afligido,  cuantas ! 
Dias  llenos  de  horror  en  que  la  muerte 
Por  estos  campos  sin  piedad  vagaba , 
¡Cuan  lentos  han  corrido!  A  cada  instante 
Sonaba  en  mis  oidos  de  las  armas 
El  ronco  estruendo ,  las  confusas  voces 
De  mil  guerreros  bárbaros ,  y  el  alma 
Aquí  volando ,  se  pintaba  en  torno 
El  destrozo  y  la  saugre.  Acongojada 
Parecíame  ya  ver  suspendidas 
Sobre  vos  las  terribles  cimitarras  ; 
Y  ansiosa  de  salvaros ,  á  la  lucha 
Intentaba  correr.  Si  fuera  dada 


(18) 

Fortuna  tanta  á  mi  filial  cariño, 
Yo  con  mi  acero  las  moriscas  lanzas 
Apartara  de  vos  ,  ó  un  mismo  golpe 
A  Florinda  y  su  padre  traspasara. 

Juli.     Hija  ,  de  mi  vejez  dulce  delicia  , 

En  medio  de  la  lid  me  acompañaba 
Tu  memoria  también  ,  y  por  tí  sola 
Anhelaba  vivir  \  mas  si  la  parca 
Dispone  de  mis  dias  >  á  la  tumba 
Algún  consuelo  llevaré  \¡  que  en  santa  f 
En  venturosa  unión  ,  con  Teodofredo 
Enlazada  serás. 

Flor.  ¡Ah!  yo  temblaba 

Preguntaros  por  él. 

Juli.  Nada  receles. 

En  breve  le  verás  la  frente  orlada 
De  triunfante  laurel. 

Flor.  ¿Con  que  no  ha  sido 

La  que  formasteis  de  él  vana  esperanza? 

Juli.     Escede  á  todos  en  valor. 

Flor.  No  en  vano 

Le  di  mi  corazón  :  sus  prendas  raras 
Brillaron  á  mis  ojos  desde  el  día 
Primero  que  le  vi ,  cuando  la  patria 
Su  diestra  armando  á  defenderla  vino. 
¡  O  noble  Teodofredo !  s  Cuan  ufana 
Me  llamaré  tu  esposa!  Por  tu  mano 
Desdeñaría  el  cetro  de  un  monarca. 

Juli.      Puede  que  en  ella  con  el  tiempo  veas 

El  cetro  de  los  Godos ;  pues  le  alcanza 
Solo  el  valor  aquí  no  el  nacimiento : 
Premio  d«  la  virtud  ó  de  la  audacia  , 
Rodrigo  mismo  que  le  empnña  ahora 
Le  alcanzara  por  ellas. 


(19) 

ESCENA  II. 

menos,  rodrigo,  tulga..  ( Rodrigo  y  Tulga  se  que- 
dan parados  en  el  foro  d  la  entrada  de  la  tienda.) 

Rod.  ¿No  me  engañas, 

Tulga  ? 
Tulg.  Señor  ,  por  tin  seguro  aviso 

Su  llegada  he  sabido Mas  miradla: 

Allí  está  con  su  padre. 
Rodr.  ¡  O  Dios !  Al  verle 

Todo  el  fuego  de  amor  mi  pecho  abrasa. 

Tulg.     Habladla,  pues  :  esta  ocasión 

Rodr.  Sí...  Vete. 

ESCENA  III. 

RODRIGO,     FLORINDA,    JULIÁN. 

Juli.     Hija,  el  Rey. 

Flor.  ¡  Ah!  señor,  á  vnestras  plantas 

Rodr.     Alzaos...  ¿Vos  aquí,  Florinda  hermosa? 
¿Abandonáis  la  deliciosa  estancia 
De  la  dulce  Jerez  ,  por  los  horrores 
De  este  campo  sangriento?  ¿No  os  espanta 
El  aparato  bélico  y  la  muerte 
Que  por  do  quier  aquí  muestran  su  saña? 

Flor.      ¿Qué  riesgos  no  arrostrara  mi  cariño 
Por  un  padre  ,  señor?  Verle  anhelaba ; 

Y  hoy  que  la  guerra  su  furor  suspende 
Vengo  en  sus  brazos  á  calmar  mis  ansias. 

Rodr.      Calmadlas  ,  pues;  calmad  también  la  furia 
Que  agita  nuestros  pechos  :  si  la  insana 
Guerra  los  endurece  ,  la  belleza 
Con  su  presencia  amable  los  ablanda. 

Juli.     Mas  temed  que  también  los  debilite. 
Tornar  debemos  á  la  lid  mañana á) 

Y  allí  ,  señor  ,  no  afectos  femeniles! ,    | 
Pechos  de  bronce  ha  menester  la  patria. 


(20) 

Rodr.     La  hermosura  también  valor  infunde 

Cuando  de  ella  el  valor  su  premio  alcanza. 
Sí  ,  Conde  D.  Julián ,  mientras  nosotros 
Esgrimimos  valientes  las  espadas  , 
Coronas  de  laurel  teja  Florinda  \ 
Y  con  ellas  premiando  las  hazañas 
De  los  mas  esforzados  campeones 
Haga  mayor  del  triunfo  la  esperanza. 

Jltli.      Parto  ,  señor ,  á  publicar  al  punto 
Ese  decreto  honroso  que  á  mi  fama 
Dará  nuevo  esplendor  :  :  plegué  á  los  cielos 
Que  gloria  y  libertad  le  deba  España. 

ESCENA  IV. 

RODRIGO  ,    FLORINDA. 

Flor.       Señor  ,  en  el  albergue   solitario 

Do  corrieran  los  días  de  mi  infancia 
En  quieta  obscuridad  ,  á  tales  honras 
Poco  avezada  fui:  mil  de  esa  gracia 
Encontrareis  mas  dignas. 

Rodr.  No,  Florinda. 

¿Quién  como  vos  merecerá   alcanzarla? 
Si  de  virtud,  si  de  beldad  es  premio  , 
En  beldad  y  virtud  ¿quién  os  iguala? 
Debéis  aeaso  en  soledad  y  olvido, 
Siempre  modesta,  sepultar  las  gracias 
Que  os  prodigara  el  cielo?  No :  ya  es  tiempo 
De  que  mi  corte  las  contemple  ufana. 

Flor.        ¡  Ah  !  moderad  ,  señor,  elogios  tantos 
Con  que  mi  rostro  de  rubor  se  baña. 
Básteme  solo  que  de  orlar  indigna 
No  me  juzguéis  con  la  primer  guirnalda 
Vuestra  gloriosa  frente  ,  horror  y  espanto 
Del  fiero  Musulmán. 

Rodr.  Al  aceptarla 

¡  Cuánta  será  mi  dicha  !  Esta  que  ahora 
Brilla  en  mi  sien  y  que  regiones  tantas 
Abarca  en  gn  ancho  círculo  radiante, 


(21) 

No  tan  preciosa  me  será :  llevarla 
Veréisme  nfano  ,  y  en  doradas  ruedas 
Triunfar  con  ella...  Pero  no  ,  no  basta. 
Sobre  el  carro  triunfal  al  lado  mió 
Os  alzareis  también  :  admire,  aplauda 
España   toda   á  quien  valor  me  diera 
Para  vencer  las  huestes  musulmanas. 
La  diosa  en  vos  de  la  victoria  mire 
Su  numen  tutelar;  á  vuestras  plantas 
Póstrese  humilde...  Yo  también  ,  yo  mismo , 
De  amor  ante  ellas  suspirando  caiga; 

Y  elevándoos  al  trono  ,  á  par  de  todos 
Os  adore  cual  reina  y  soberana. 

Flor.       ¿  Qué  lenguage,  señor?...  Ah  !  confundida, 
Apenas  puedo...  permitid  que  vaya... 

Rodr.     No ;  que  harto  dije   ya  :  fuera  del  pecho 
Este  ardiente  volcan  fuerza  es  que  salga. 
Escúchame ,  Florida.  Yo  te  adoro. 

Y  ¿quién  al  verte,  de  amorosa  llama 

No  se  siente  abrasar  ?  ¿No  ves  cual  corren 

Todos  ansiosos  á  admirar  tus  gracias , 

A  encenderse  en  tu  amor?...  ¡y  qué!    ¡  yo  solo 

Habria  de  negarme  á  idolatrarlas  ! 

No  pienses  ¡  ay !  que  esta  pasión  ardiente 

Fácil  triunfa  de  mí:  no,  sofocarla 

Quise  ,  y  en  vano  :  cuanto  mas  con  ella 

Lucha  mi  triste  pecho,  mas  me  abrasa, 

Pero  ¿á  qué  resistir?..,.  Intento  acaso 

Ultrajar  tu  virtud?  Florinda,  aparta  , 

Aparta  ese  recelo...  Mira,  el  trono 

Será  don  de  mi  amor  ,  y  sobre  el  ara 

Eterna  fé  jurándote  ,  mi  suerte 

Se  unirá  con  la  tuya  en  fiel  lazada. 

El  cielo  que  á  los  votos  de  Egilona 

Niega  constante  un  sucesor  ,  me  manda 

Romper  su   enlace    estéril  ,  y  otro  nudo 

Formar  mas  venturoso.  A  reemplazarla 

Tú  destinada  estás :  tú  nuevo  lustre 

Darás  al  solio  ,   volverás  la  calma 

A  mi  agitado  pecho :  con  tu  hechizo 


(22) 

Endulzarás  las  penas  que  acompañan 
Al  triste  afán  del  mando  \  y  del  imperio 
Harás  mas  leve  la  pesada  carga. 

Flor.      ¡Ah!...  ¿queme  proponéis?...  yo...  perdonadme 
Mi  turbación,  señor...  yo  que  apartada 
De  la  corte  viví...  cuando  su  fausto 
Estraño  para  mí  me  ofusca  y  pasma  , 
Y  con  respeto  santo  aun  tiemblo  y  dudo 
Alzar    á  vos  mis  tímidas  miradas... 
¡Yo  ascender  osaria  al  regio  solio 
Cuando  otra  ya  mas  digna...  ¡AL!  tal  infamia 
Me  horroriza,   señor:  en  mi  retiro 
Dejadme  obscurecida  ,  pero  honrada. 
IVo  queráis  con  un  crimen  elevarme 
Do  todos  ajen  sin  piedad  mi  fama, 
Do  viva  sin  honor...  Sí,  todo  el    brillo 
Que  en  tan  cscelso  puesto  me  cercara 
Aun  mas  visible  mi  vergüenza  haria  , 
Mas  odiosa  mi  culpa  ,  culpa  infanda  , 
Pues  despojara  de  él  á  quien  con  gloria 
Ocupa  ya  su  magestad  sagrada. 

Rodr.  Y  ¿qué  os  importa  esa  muger  ,  Florinda? 
¿Qaé  podéis  recelar?  todo  lo  allana 
Mi  poder  soberano  ;  y  pues  os  brindo 
Con  el  cetro  ,  aceptadlo :  la  insensata 
Gloria  no  prefiráis  de  una  repulsa 
De  que  os  podréis  arrepentir  mañana. 

Flor.       Dios  penetra ,  señor  ,  el  alma  mia  :, 
Dios  sabe  cuan  distante  está  esa  falsa 
Vanagloria  de  mí.  Cual  debo  estimo 
Vuestro  inmenso  favor;  pero  me  manda 
El  honor  rehusarlo. 

Rodr.  No ,  penetro 

De  esa  injuriosa  oposición  la  causa. 
Quizá  otro  amor...  Respóndeme ,  Florinda, 
¿Está  libré  tu  pecho?...  Ah!  no,  tú  amas  , 
Tú  amas,  sí. 

Flor.  Señor,  ¿quién  os  ha  dicho?... 

Rodr.     Tu  misma  turbación  me  lo  declara. 

Flor.      Pues  bien  ,  amo ,  señor ,  y  no  lo  niego  : 


(23) 

Sin  mengua  puedo  descubrir  mi  llama  5 
La  aprueba  la  virtud :  con  igual  mió 
Solo  enlazarme  debo.  Ambición  vana 
No  me  puede  mover :  nunca  por  ella 
Aleve  romperé  la  fé  jurada. 

Rodr.     Y  ¿  sabes  si  esa  fé ,  cuando  me  ofende, 
Podrá  funesta  ser  á  quien  la  guardas  ? 

Flor.       ¿Y  qué  habré  de  temer?  Vuestras  virtudes 
Confianza  me  inspiran. 

Rodr.  No,  te  engañas. 

Ese  rival  odioso  los  efectos 
Probará ,  no  lo  dudes  ,  de  mi  saña. 
Goce  tu  amor...  Pero  ]  ay !  mas  le  valdría 
Aborrecido  6er.  Atroz  venganza 
Tomaré  del  perverso ,  y  con  su  sangre... 

Flor.       Señor,  miradme  á  vuestros  pies  postrada. 
¿De  qué  peso  ha  de  ser  en  vuestras  dichas 
Una  triste  muger ,  cuando  se   afana 
Para  haceros  feliz  un  reino  todo? 
Guando  de  vos  en  derredor  á  oleadas 
Se  agolpan  los  placeres  ?...  Si  importuna 
Os  fuere  nuestra  unión  ,  en  tierra  estraña 
Existencia  y  amor  sepultaremos  : 
Nunca  de  allí  ni  nuestro  nombre  6alga. 
Calmad  vuestros  rigores  ,  apiadaos  , 
Señor ,  del  llanto  que  mi  rostro  baña. 

ESCENA  V. 

dichos,  teodofretjo.  (Teodqfredo  va  á  entrar  en  la 

tienda  cuando  vé  á  Florinda  á  los  pies  del  Reyf 

y  se  detiene.) 

Rodr.     Pues  ese  llanto  que  tu  amor  demuestra  , 
Ese  ardiente  rogar,  aun  mas  me  agravian.* 
Mayor  es  el  desprecio  ,  y  mas  se  irrita 
Mi  celoso  furor.  Dime  ,  declara 
Quién  es  ese  mortal  feliz  ¿  qué  digo  ? 
Desdichado  mas  bien ,  que  tú ,  insensata  , 
Prefieres  á  tu.  Rey. 


(24) 

Teod  Yo. 

Rodr.  ¡Teodofredo  í 

Flor.      ¡Te  pierdes,  infeliz! 

Teod.  ¿Cuándo  pensara 

Que  de  mi  propio  Rey  recibiria 
El  golpe  atroz  que  el  pecho  me  traspasa? 
¿Vos?  ¡ó  cielos!  á  quien  de  la  inocencia 
Fian  la  protección  las  leyes  santas , 
Seducís  á  mi  esposa  ,  y  no  pudiendo 
Lograr  su  amor,  osáis  amenazarla? 
Buscad  ,  señor,  buscad  otras  mugeres 
Que  fáciles  se  os  rindan  :  á  su  infamia 
Bastantes  hallareis  que  ansiosas  corran; 
Pero  dejad  á  la  -virtud,  dejadla. 

Rodr.    Yo  de  Florinda  la  virtud  no  ofendo; 
Su  esposo  anbelo  ser  y  al  solio  alzarla. 

Teod.     ¿Su  esposo,  me  decís?...  En  mí  lo  tiene. 

Rodr.     Aun  no  prestó  su  fé  sobre  las  aras. 

Teod.     Su  palabra  ha  empeñado  y  es  bastante. 

Rodr.     Mi  poder  la  dispensa  de  guardarla. 

Teod.      No  os  puede  obedecer. 

Rodr.  ¿Quién  lo  prohibe? 

Teod.     Su  cariño  ,  su  honor. 

Rodr.  ¿Cuando  lo  manda 

Su  Rey  ,  podrá?... 

Teod.  Mandáis  en  nuestras  vidas  :, 

Mas  no  podéis  mandar  en  nuestras  almas. 

PiOdr.     Al  menos  arrancándote  la  tuya 

Haré  ver  que  no  en  vano  se  me  ultraja. 

Teod.     Tomadla  ,  vuestra  es  ,  pero  mi  muerte 
Os  cubrirá  de  oprobio  :  vuestra  fama 
Irá  manchada  á  los  remotos  siglos  ; 
Odiarán  vuestro  nombre.  Cuando  España, 
Dirán  ,  á  la  barbarie  ,  á  los  furores 
Se  veia  del  Árabe  entregada  , 
¿Qué  hizo  entonces  su  Rey?  Muertes,  divorcios, 
Violencias,  tales  fueron  sus  hazañas.  (Rodrigo 
enfurecido  hace  ademan  de  echar  mano 
á  la  espada  cuando  salen  el  Conde  y  Tul- 
ga.  Al  verlos  se  contiene.) 


(25) 

ESCENA  VI. 

DICHOS,  DON    JULIÁN,  TULGA. 

Juli.     Ya  al  escuchar  la  dulce  recompensa 

Que  hoy  al  valor  vuestra  bondad  señala  , 

Llenos  de  ardor  los  nobles  campeones... 

Mas  ¿qué  miro?...  ¡Tú  lloras!  ¿Qué  desgracia? 

Flor.       Señor  ,  ya  acaba  su  carrera  el  dia ; 

Y  antes  que  el  velo  de  la  noche  caiga 
A  Jerez  permitid  que  me  retire. 

Juli.      Sí,  te  retirarás;  mas  antes  habla: 

¿Por  qué  en  llanto  te  encuentro  sumergida? 
¿Por  qué  turbado  allí  Rodrigo  calla  ? 

Y  ¿por  qué  Teodofredo  mal  reprime 
Ese  furor  que  su  semblante  inflama. 

Teod.      Conde ,  secretos  hay  tal  vez  que  á  todos 

No  es  dado  conocer  \  sin  mas  tardanza 

Retírese  Florinda. 
Juli.  ¿P°r  ventura 

Flerinda  criminal? 
Teod.  ¡  Ah !  su  acendrada 

Virtud  no  mancilléis  con  vil  sospecha  : 

Mas  que  la  luz  del  sol  es  pura  su  alma. 
Juli.     ¿  Pues  qué  horrible  misterio  se  me  encubre  ? 

¿Por  qué  debo  ignorar?...  Señor  ,  las  ansias 

Calmad   de  un  padre  :   descubridme... 
Rodr.  Conde , 

Retiraos. 
Juli.  ¿Seréis  quizá  la  causa 

De  la  aflicción  de  mi  hija  ? 
Rodr.  ¿Yo? 

Flor.  Partamos 

Al  punto ,  padre  mió  :  ya  mi  estancia 

Aqui  funesta... 
Juli.  ¡Cielos!  ¡qué  sospecha! 

Sí,  partamos,  Florinda;   nada,  nada 

Pretendo  ya  saber...  Si  verdad  fuese... 
Mas  no  es  posible,  no..!  Sospecha  vana, 


(26) 

Déjame  por  piedad;  y  si  eres  cierta 
Nunca  á  tu  claridad  mis  ojos  se  abran. 

ESCENA  VIL 

RODRIGO,     TULGA. 

Tulga.      ¿Hablasteis? 

Rodr.  Sí. 

Tulga.  ¿Florinda?... 

Rodr.  Me  desprecia. 

Tulga.     ¡Qué!  ¿el  trono?... 

Rodr.  No  la  vence. 

Tulga.  Su  constancia 

El  tiempo  humillará. 

Rodr.  Mas  tu  no  sabes 

Hasta  qué  punto  mi  desaire  alcanza. 
Tulga  ,  tengo  un  rival. 

Tulga.  ¿  Quién  ? 

Rodr.  Teodofredo. 

Ambos  9  Tulga  .  se  adoran  •,  y  él  me  ultraja 
Con  insolente  orgullo ,  haciendo  alarde 
Del  triunfo  de  su  amor. 

Tulga.  •  Señor ,  venganza. 

A  un  tiempo  castigad  al  atrevido 
Y  lograd  la  pasión  que  os  avasalla. 
Harto  habéis  hecho  ya :  retrocediendo 
Débil  seréis  y  os  cubriréis  de  infamia. 

Rodr.     Pero  ¿qué  debo  hacer? 

Tulga.  Ya  de  la  noche 

Se  avecinan  las  sombras  \  esa  ingrata 
Que  así  se  atreve  á  despreciaros ,  pronto 
A  Jerez  volverá.  Con  gente  armada 
A  su  encuentro  saldré  ;  y  aunque  su  escolta 
Intente  resistir,  arrebatarla 
Lograré  de  sus  manos...  No  os  inquiete 
Teodofredo :  en  la  lid  debe  mañana 
Hallar  seguro  fin :  el  celo  mió 
Lo  dispondrá,  señor... 

Rodr.  ¡Yo  maldad  tanta 


(27) 

Pudiera  consentir  I  No  ,  Tulga  j  nunca. 

Tulga.     De  un  insolente  subdito  la  audacia 

¿Dudareis  castigar?  Si  os  ha  ofendido  , 
Ya  es  criminal ,  su  muerte  es  necesaria. 
Mas  si  á  Florinda  resolvéis  cederle... 

Rodr.      : Cederla  yo! 

Tulga.  Por  su  desden  cansada 

Quizá  vuestra  pasión,  pudiera... 

Rodr.  ¡  Ay !  Tulga ! 

Mas  que  nunca  mi  pecho  la  idolatra. 

Tulga.     Pues  ¿qué  os  detiene?  Si  los  altos  dones 
Con  que  la  brinda  vuestro  amor  rechaza  , 
¿Será  justo  que  vos  de  su  porfía 
Víctima  padezcáis?...  No,  su  constancia 
Ceda  á  la  vuestra  ,  humíllese  su  orgullo 
Ante  vuestro  poder. 

Rodr.  ¿Dónde  me  arrastras 

Con  tus  consejos  ,  Tulga?  En  vano,  en  vano. 

Tulga.     Pues  bien  ,  señor,  venceos,  olvidadla  ; 
Déle  feliz  su  mano  Teodofredo  , 
Goce  ufano  su  amor  ;  y  amancillada 
Vuestra  alta  dignidad  ,  ambos  se   mofen 
De  los  pesares  vuestros ,  ambos  hagan 
Alarde  de  su  triunfo.  Muestre  al  veros 
Un  soberbio  rival  la  faz  bañada 
En  insultante  risa  ,  publicando 
Con  gozo  criminal  vuestra  desgracia. 

Rodr.      Antes  la  muerte  atajará  su  crimen. 

Ya,  Tulga,  sigo  tus  consejos;  marcha, 
Entrégame  á  Florinda ,  apruebo  todo  ; 
En  tu  fidelidad  mi  amor  descansa. 


ACTO    TERCERO. 


Es  de  noche.  Al  descorrerse  el  telón  se  oye  una  recia 
tempestad  que  se  aumenta  por  grados.  Dos  lámpa- 
ras alumbran  el  interior  de  la  tienda. 

ESCENA  PRIMERA. 

TULGA  ,  Solo. 

¡  \_J  noche  pavorosa  !  La  tormenta 

Llena  de  horror  mi  pecho.  El  cielo  mismo 

Ya  me  anuncia  su  cólera ,  y  acaso 

Sobre  mí  lanza  el  rayo  vengativo. 

Consejero  falaz  ,,  al  crimen  pude 

Arrastrar  á  mi  rey  \  raptor  inicuo  , 

Osé  poner  mis  manos  delincuentes 

Sobre  la  virtud  misma  :  ni  su  hechizo 

Logró  moverme,  ni  su  tierno  ruego.  {Se  oye  un 

trueno  muy  fuerte. ) 
¡  O  Dios  !  Crece  el  horror :  con  ronco  ruido 
Retumba  el  trueno :  por  el  ancho  espacio 
Surcan  sin  fin  los  rayos...  Mas  ¿qué  miro? 
¿  Quién  es  aquel  que  presuroso  y  lleno 
De  espanto  llega  aquí?...  ¡Cielos!  ¡Rodrigo. 
¡En  qué  estado !  La  frente  sin  diadema, 
Erizado  el  cabello...  j  Ah !  ¿cuál  motivo? 

ESCENA  II. 

tulga  ,  rodrigo  desvaporido. 

Rodr.     No  me  sigas,  imagen  espantosa  , 

No  me  atormentes  mas...  ¡Cielos  divinos! 
Calmad  vuestro  furor. 

Tulga.  Si  un  fiel  vasallo... 


(29) 

Rodr.  ¿Quién  es?  ¿Tulga?...  jAh,  traidor!  ¿Y  aliado  mío 
Te  encuentro  aun  ?m  Qué  nuevo  crimen  vienes, 
Malvado ,  á  proponerme  ? 

Tulga.  Por  serviros 

Yo ' 

Rodr.     ¡Servicio  funesto!  Aparta,  aparta, 

Huye  lejos  de  mí».,  j  Cielos!  ¡Si  ha  sido 

Un  sueño,  una  ilusión!...  ¡Ah!  vuelve,  vuelve, 

Tulga.    ' 

Tulga.  Señor...;. 

Rodr.  Respóndeme  ¿la  has  visto? 

Tulga-      ¿ A  Florinda?  Pues  qué,  ¿no  habéis    llegado 
A  la  apartada  tienda  do  yo  mismo 
Cerca  del  Lete  la  llevé? 

Rodr.  Sí,  cierto. 

Llegué,  la  ví...  Mas  ¡ay!  ¡yo  me  horrorizo! 
Allí  queda  postrada,  moribunda:, 
Quizá  ya  ha  dado  el  postrimer  suspiro. 

Tulga.     ¡  Ah  !  señor  j  ¿  qué  decís  ? 

Rodr.  Escucha.  Lleno 

Del  pavor  que  precede  á  los  delitos, 
Hacia  alia  me  encamino...  La  tormenta 
A   bramar  empezaba;  y  al  sombrío 
Fulgor  de  los  relámpagos ,  mi  planta 
Entre  las  sombras  con  afán  dirijo. 
Crece  marchando  mi  temor,  y  cuanto 
Mas  me  acerco  á  la  tienda  mas  vacilo. 
Llego ^  alejo   á  las  guardias,  entro....  Al  verme 
Se  alza  Florinda  horrorizada...  nn  grito 
De  espanto  lanza ,  y  á  mis  pies  llorosa 
Se  arroja  ,  y  los  estrecha ,  y  con  suspiros  , 

Y  contristes  sollozos,  ruega,  implora, 

Y  apiadarme  procura...  ¡  Ah!  Yo  la  miro 
Postrada  ,  casi  exánime ,  y  mas  bella 

Se  muestra  en  su  dolor.  Mudo  ,  indeciso, 

Quedo  cual  frió  mármol;  mas  de  pronto 

El  trueno  con  horrísono  estampido 

Me  asorda  y  estremece  :  airado  el  viento  , 

Rasga  girando  en  raudo  torbellino 

La  tienda  y  la  destroza :  estalla  el  rayo 


(30) 

Y  cae  á  nuestros  pies :  mortal  deliquio 
Deja  postrada  á  la  infeliz  Florinda... 
Huyo,  sin  saber  donde,  pero  el  rio 
Detiéneme  en  su  fuga  con  sus  ondas 
Que  agitadas  me  cercan...  j  Ay!  cumplido 
Entonces ,  Tulga ,  imaginé  mi  sueño. 
Ciego  en  mi  confusión  ,  lucho  ,  resisto  > 

Y  libróme  por  fin...  Aquí  mis  pasos 
Que  acelera  el  espanto  raudo  guio  ; 

Y  estremecido  y  delirante  ,  llego 
Detestando  mi  amor...  j  Yo  el  asesino 
Soy  de  Florinda! 

Tulga.  j  Y  qué!  Porque  á  un  desmayo 

A  impulsos  del  dolor  haya-eedido, 
¿Ya  muerta  la  juzgáis  ?...  Señor  ,  calmaos  f 
Piecobrad  la  quietud.  Si  ese  cariño 
Estraviaros  logró,  ¿quién  no  disculpa 
Los  deslices  de  amor?  ¿quién  de  su  hechizo 
Pudo  nunca  librarse?  Mas  ya  cesa 
La  fiera  tempestad  ,  y  sus  sentidos 
Tal  vez  Florinda  recobrando... 

Rodr.  .  Tulga, 

Corre,  no  pierdas  tiempo...  mi  delito 
Intento  reparar...  ¡  Ah!  j Plegué  al  cielo 
Qae  ya  tarde  no  sea!  Vuela,  amigo ; 
Abjuro  mi  pasión :  quiero  á  su  amante 
Unirla  en  lazo  conyugal  yo  mismo  ; 
Quiero  que  honores  y  riquezas  borren 
La,negra  injuria  que...  j Cielos  divinos  E  " 
Su  padre  llega  aquí. 

ESCENA  III. 

DICHOS,     JULIÁN. 

Juli.  j  Señor ,  justicia  , 

Venganza! 
Rodr.  ¡Conde!..  ¿Vos?...  ¿Con  cuál  motivo 

Venís?... 
Juli.  Con  el  mas  justo  «  el  mas  sagrado : 

La  ofensa  de  mi  honor. 


(31) 

Rodr.  ¿Pues  qué?... 

Juli-  -  Un  inicuo 

Ha  osado  envilecer  aquestas  canas , 

Me  ha  cubierto  de  infamia  ,  hecho  el  ludibrio 

Del  universo  todo  >  me  ha  robado 

A  Florinda ,  señor. 
Rodr.  Y  ¿  quién  ha  sido 

£1  audaz  que... 
Juli.  :      Miradle:    él   es.  .{Señalando   á 

Tulga. ) 
Tulga.  ¿Yo? 

Rodr.  ¿Tulga? 

Juli.     Sí ,  tú  de  I03  raptores  el  caudillo 

Has  sido  ,  Tulga  ,  tú :  mal  te  encubriste  , 

Y  á  pesar  del  disfraz  te  han  conocido. 
Tulga.     Señor  ,  ¿creeréis  una  calumnia?... 
Juli.  t  Y 


osas 


Negarlo  todavía  ? 
Tulga.  Y  ¿qué  testigos?... 

Juli.     Tus  satélites  mismos  que  la  escolta, 

Al  querer  defenderse  ,  mal  heridos 

En  él  campo  dejó :  todos  te  acusan 

Cual  gefe  suyo.  Di,  raptor  indigno, 

¿A  dónde  mi  hija  está?  ¿qué  hiciste  de  ella? 

Vuélvemela...  Señor,  justicia  os  pido,  (Se  arro- 
dilla. ) 

A  vuestros  pies  la  implora  un  triste  padre ; 

No  dejéis  este  crimen  sin  castigo. 
Rodr.     Conde...  alzaos...  Florinda  á  vuestros  brazos 

En  breve  tornará...  Si  un  estravio 

Pudo  arrastrar... 
Tulga.  ¿ Qué  hacéis?  (Interrumpién- 

dole. ) 
Rodr.  .  Salgamos,  Tulga, 

Su  vista  acrece  mi  cruel  suplicio.   (Transe  ño-» 
drigo  y  Tulga  -precipitadamente. ) 


(32) 

ESCENA  IV. 

J  TI  l  7  J 

JULIÁN,    ÍOÍO. 

OÍ  O  31  c>  1  i 

¿Qué  es  esto?.,  ¡así  me  deja!...  ¡Y  cuando  vengo 

Justicia  á  demandar ,  niega  el  oido 

A  mis  fundadas  quejas  !  ¡  Y  á  su  sombra 

Triunfar  á  mi  ofensor  impune  miro  , 

Bañando  el  rostro  en  insultante  risa! 

¡  O  venganza!  ¡O  dolor!  ¡Un  favorito 

De  nuestro  honor  á  su  querer  dispone  , 

Y  mas  que  el  llanto  paternal ,  sus  vicio9 

Encuentran  protección ! 

ESCENA  Y. 

JULIÁN?  TEODOÍREDO. 

Juli.  ¡  Ah  ,  Teodofredo  ! 

Llega  :  tú  á  quien  gozoso  dé  bijo  mió 

Dar  el  nombre  pensaba ^oyé  mi  afrenta. 
Teod.      Todo  lo  sé...  Decid  ¿  dó  está  Rodrigo? 

¿Dónde  el  traidor?  ^ 

Juli.  Mis  quejas  desoyendo 

Hora  de  aquí  se  aleja. 
Teod.  Y  ¿habéis  visto 

Al  raptor  de  Florinda  ,  y  vuestra  espada  ? 
Juli.     A  Tulga  he  visto?  es  cierto:  su  castigo 

Demandé?   mas  en  vano¿ 
Teod.  ¡  Tulga !  Y  ¿  cuándo , 

Cuándo  á  tal  se  atreviera  ,  si  el  Rey  mismo... 

Sabedlo  todo  ya,  Conde,  robada 

Florinda  por  sus  órdenes  ha  sido. 
Juli.      ¿Qué  dices,  Teodofredo?  ¡  Ah!  nó  ,  te  engañas. 
Teod.      i  Pluguiese  á  Dios  !  Rodrigo  poseido 

De  funesta  pasión  ,  quiso  á  Florinda 

Astuto  seducir:  sus  artificios 

Se  estrellaron  empero  en  las  virtudes 

De  vuestra  infeliz  hija.  Yo-  al  inicuo 


H 


(33) 

Ví;  yo  la  defendí.  Víctima  acaso 
De  su  cruel  furor  hubiera  sido 
Si  no  llegarais  vos  en  tal  momento. 
Jidi.      ¿Qué  escucho?  ¡Eterno  Dios!  ¡Por  qué  á  los  filos 
No  perecí  del  musulmán  alfange 
Antes  que  ver  así  mi  honor  perdido! 
Teod.      He  aquí  el  funesto  arcano  que  mi  pecho 
No  os  quiso  revelar  .•  el  amor  mió 
Prefirió  sepultar  en  el  silencio 
Tan  criminal  acción  ,  al  dolor  vivo 
Que  os  debía  causar ;,  mas  de  vengarnos^ 
No  de  callar,  es  tiempo  ya. 
Juli.  ¡Y  existo 

Después  de  tal  afrenta!  ¡Hija  querida! 
Donde',  dónde  estarás?  ¿Dónde  Rodrigo 
culta  te  tendrá?...  Voy...  Todo  el  campo 
Escuchará  mis  fúnebres  gemidos, 
Verá  mi  acerbo  llanto  j  y  si  insensible 
No  es  al  dolor  d«  un  padre...  Mas  ¿qué  miro  ? 
Me  engaño,  ó  no  es  aquella?...  Sí.*.  ¡Florinda! 

ESCENA    VI. 

dichos,  florinda.  (Se  ve  á  Florinda  en  el  fondo 
correr  incierta  sin  velo  y  con  el  pelo  tendido.) 

Flor.     ¡Infeliz!  ¿Dónde  voy?  ¿Dónde  dirijo 

Mis  vacilantes  pasos? 
Juli.  Hija.  (Corriendo  hacia  ella.) 

Flor.  ¡Padre! 

¡Padre  amado!...  ¿Sois  vos?...  Salvadme...  Espiro. 
(Cae  desmayada  en  los  brazos  de  su  padre 
y  Teodofredo  que  acuden  á  socorrerla.) 
Juli.      ¡Cielos!...  Muere  en  mis  brazos...  en    sus    venas 
Siento  helada  la  sangre...  un  sudor  frió 
Le  cubre  el  rostro...  ¡ó  Dios!.,  vuelve  en  tí,  vuelve. 
(Florinda  vuelve  poco  á  poco  en  >i. ) 
Flor.    ¿Dónde  estoy?..  ¡Padre!...  y  ¡vos!..  ¡Ah!  ya  respiro. 
Al  fin  os  vuelvo  á  ver...  Pero  ¿ijué  objetos 
Miro  en  torno?...  Esta  tienda.  ¡  Ah!  padre  mió, 

3 


(34) 

De  aquí  «acadme  por  piedad  ,    laeadme. 
La  maldad  me  persigue  en  este  sitio. 

Teod.      No,  Florinda,  tu  padre  te  defiende, 

Teodofredo  también  ;  y  aunque    Rodrigo 
Viniere   osado... 

Flor.  ¿Qué  pronuncias?...  Calla. 

Rodrigo...  j  Odioso  nombre!...  ■  Qué  ,   el   inicuo 
Todavía  respira?...    Y    ¿pudo  el  rayo 
Perdonar  á  ese  monstruo?  ¡O  Dios!  Tu   auxilio 
Mi  inocencia  salvó;  mas  ¿cómo  impune 
Dejas  á  mi  ofensor? 

Juli.  ¡Monarca  indigno! 

¿Es  este  el  premio  del  valor?  ¿es   este 
El  justo  galardón  de  mis  servicios  ? 
Digno  heredero  del  cruel  Vitiza, 
Sacrilego  como  él  ,  bárbaro  ,  impíoj 
Pues  ya  el  honor  me  has  arrancado  ,  toma 
Este  resto  de  vida  que  abomino. 
Completa  tu  obra  ,  ven  ,  saca  el  acero 
Y  clávalo  en  mi  pecbo ;   enrojecido 
Con  mi  sangre  ,  en  la  sangre  de  Florinda 
Sumérgelo  después  :  á  un  tiempo  mismo 
Al  padre  y  á  la  hija  asesinando, 
Pon  el  sello  á  tus  bárbaros  delitos. 
Al  cielo  subirán  nuestros  clamores, 
Venganza  pedirán  :  su  atroz    castigo 
Descienda  sobre  tí;  y  ¡  ojalá  pueda 
Presenciarlo  en  mis  últimos  suspiros! 

Teod.      Sí,  lo  presenciareis...  Mas  muera  solo 
El  criminal  Rodrigo  :  también  mios 
Vuestros  agravios   son... 

Juli.  No  ,  Teodofredo; 

Huye  lejos  de  mí ,  y  á  mi  destino 
Déjame  abandonado.  Olvida,  olvida 
A  esta  infeliz  que  á  tu  valor  invicto 
Un  dia  prometí:  busca  otra  esposa 
Que  te  merezca  mas,  que  su  honor   limpio 
De  toda  mancha  haya  guardado.   ¡Ay!   mi   hija 
Lleva  la  afrenta  y  el  baldón  consigo. 

Teod.     ¿Qué  proferís,  señor?  La  virtud  pura 


(35) 

Adquiere  resistiendo  mayor  brillo. 
¿Qué  fuera  del  Honor  ,  si  cuando  espuesto 
Se  encuentra  á  los  embates  del  inicuo  ,. 
Su  esplendor  y  pureza  se  perdiesen 
Solo  porque  le  hubieren  combatido? 
Quede  sin  "él  la  que  cediere ,  y  tenga 
La  que  sepa  vencer  valor  mas  digno. 
Juli.     No  así  juzgan  los  hombres  :  su  injusticia 
Confunde  la  virtud  con  el  delito  , 

Y  es  siempre  criminal  solo  el  mas   débil. 
Flor.      Pues  bien,  señor,  si  ya  tan  solo  sirvo  '. 

Para  vergüenza  vuestra  ,  este  es  mi  pecho  : 
Herid.  . 

Juli.  ¿Qu^  dices?...  j  Ah!...  ¡Yo  tu  asesino! 

Hija  querida  ,  no  ,  yo  no  te  culpo  , 
Culpo  á  tu  suerte...  O  tií ,  de  mi  cariño 
Único  objeto  ,  ven  ,  ven  á  mis  brazos. 
Deja  que  en  esa  frente  donde   quiso 
El  crimen  estampar  su  sello  odioso  , 
Hora  trémulo  imprima  el  labio  mió 
El  ósculo  de  amor :  deja  que  corra 
Por  tu  rostro  mi  llanto  ,  y  confundido 
Con  él  tu  llanto  j  la  afrentosa  mancha 
Lave  del  deshonor. 

Teod.  ,  jO  llanto  indigno 

Que  acrecienta  la  injuria  y  no  la  borra ! 
{  Osáis  llorar  ,  señor  ,  cuando  es  preciso 
Pensaren  la  venganza?...  Tal  flaqueza... 

Juli.     Lloro,  es  verdad;  pero  de  sangre  un  rio 
Costará  cada  lágrima  que  vierto. 
Sangre  pidiendo  está  mi  honor  perdido, 

Y  sangre  correrá. 

Flor.  Si  es  necesario 

La  mia  derramar  ,  en  sacrificio 
Os  la  ofrezco,  señor,  corra,  y  en  ella 
Mi  pálido  cadáver  sumergido... 
Teod.      Nó  ,  vivirás  ,  Florinda  ,  y  á  tus  plantas 
y  Verás  á  tu  ofensor.  Siga  el  destino 

De  los  monarcas  godos  que  á  la  tumba 
Con  desastroso  fin  han  descendido. 


(36) 

Rodligo  ya  no  es  Rey :  en  él  no  veo 
Mas  que  un  usurpador  ,  un   asesino 
De  su  propio  Monarca :  él  á  Vitiza 
Del  trono  derribó  :  privó  á  sus  hijos 
De  la  herencia  legítima:  insolente; 
Hora  se  entrega  á  la  maldad  ,  al  vicio 
Con  mayor  desenfreno :,  pues  bien  ,  caiga 
De  un  puesto  ya  de  que  se  muestra  indigno. 
Jitli.     Sí  ,  caiga...  Vamos,  y  do  quier  le  hallemos 
Allí  nuestros  aceros   vengativos 
El  alevoso  pecho  le  traspasen 
Con  mil  y  mil  heridas.  Su  castigo 
Presencie  el  campo  todo  \¡  correr  vean 
Todos  su  sangre  ,  y  el  atroz  motivo 
Conozcan  á  la  par  de  tanto  arrojo. 
Saldrán,  no  hay  que  dudarlo,  en  nuestro  auxilio 
Mis  numerosos  fieles  partidarios-, 

Y  tras  ellos  saldrán  cuantos  caudillos 
En  odio  oculto  de  Rodrigo  ardieren. 
Tu  ,  guíalos  después  al  enemigo  j 

Y  véante  esgrimir  con   mayor  fuerza 
Tu  acero  en  sangre  del  tirano  tinto. 


ACTO  CUARTO 


El  teatro  representa  un  sitio  retirado  cercado  de  árbo- 
les: sigue  la  noche. 

ESCENA   PRIMERA. 

■ 

JULIÁN,    EGERICO. 

A   , '   •  -  . 

Eger  .  ¿XXdónde  ansioso  con  ligera  planta 
Te  diriges,  ó  Conde?  ¿Adonde   ciego, 
Lejos  del  campo  godo  te   encaminas, 
Soló  ,  ultrajado  y  sin  venganza  huyendo  ? 

Juli.     Huyo,  Egerico  ,  sí:  Rodrigo  triunfa  j 
Frustróse  mi  venganza.  Teodofredo 
De  imprudente  furor  arrebatado, 
Lanzóse  en  vano  á  traspasarle  el  pecho 
En  medio  de  su  guardia:  el  triste  yace 
Cargado  de  cadenas  :  por  tu  celo  , 
Por  el  celo  y  valor  de  mis  parciales 
Suerte  igual  evité;  y  huyo  cubierto 
De  oprobio  ,  sin  honor  ,  perdida  mi  hija, 
Sin  designio  y  sin  guia...  j Injusto  cielo! 
Hé  aquí  como  oprimiendo  al  inocente 
Dispensas  tu  favor  sólo  al  perverso. 

Eger.      No,  su  justicia  lucirá.  ¿No  has  visto 
Cual  en  tu  auxilio  rápidos  corrieron 
Mil  y  mil  defensores?  ¡Cual  el  odio 
Se  entrevio  mal  oculto!  ¡cual  el  fuego 
De  indignación  en  las  airadas  frentes 
Brilló  al  oír  tu  agravio?  Allá  los  dejo 
Reunidos  aun:  en  son  confuso 
Murmurando  se  quejan,  y  dispuestos 
A  todo  están  por  tí.  Conde  ,  detente. 
El  sitio  es  favorable:  aquí  con  ellos 


(38) 

En  breve  tomaré:  con  ellos  puedes 
Concertar  tu  venganza  en  el  silencio 
De  la  callada  noche» 

Jitli.  Sí  ,  Egerico , 

Vé,  no  tardes...  Mas  di:  ¿Dónde  rae  encuentro? 
¿Qué  sitio  es  este? 

Eger.  El  estendido  llano 

Que  el  campo  musulmán  del  campo   nuestro 
Separa. 

Juli.  Sí  ,  es  verdad  ,  le  reconozco. 

Campo  de  gloria  donde  ayer  mi  acero 
Terror  fué  del  infiel :  no  ya  con  sangre , 
Solo  á  regarte  con  mi  llanto   vengo. 
¡  Ah  ,  si  al  pisarte  el  bárbaro  Rodrigo 
Te  abrieses   sepultándole  en  tu  seno ! 
Mas  nó  :  tú  le  reservas  los  laureles 
De  victoria  inmortal :  su  nombre  eterno 
Mañana  harás;  y  en  tanto  que  á  remotos 
Climas  mi  agravio  y  mi  vergüenza  llevo, 
En  ruedas  de  marfil   aquí  dichoso 
Mi  ofensor  truinfará...  ¿Quién?  ¿él?...  Primero 
Caiga  á  los  pies  del  musulmán  y  caigan 
Cuantos  por  él  lidiaren...  ¡  Ah!  Ya  veo 
Camino  abierto  á  mi  venganza...  Horrible  , 
Execrable  será :    muertes  ,   incendios , 
Males  sin  fin  engendrará...  No  importa: 
Perezca  España  ,  el  mundo,  si  me  vengo. 
Corre  ,  vuela ,  Egerico ,  al  campo  moro, 
Habla  y  dile  á  Tarif  que  aquí  le  espero  ; 
Que  venga  al  punto ,  que  á  su  gloria  importa 
Esta  privada  conferencia...  Luego 
Reúne  á  mis  parciales  y  á  este  sitio 
Condúcelos  también...  mas  solo  aquellos 
Que  allá  en  su  corazón  odio  implacable 
Han  jurado  á  Rodrigo^..  Sigiberto  , 
Evanio  ,  Edon  ,  Sifredo  ,  Leovigildo  , 
Y  cuantos  fieles  á   seguirme... 

Eger.  Entiendo ; 

Penetro  tu  designio.  ¡  Alta  venganza  , 
Digna  de  tí  .  y  á  prepararla  vuelo ! 


(39) 
ESCENA  II. 

JULIÁN,    Solo. 

Sí  >  yo  me  vengaré  ;  ya  lo  he  jurado  , 

Y  lo  vuelvo  á  jurar...  Mas  ¡ay!  deseo 

Impaciente  y  fatal  ¿á  cuál   delito 

Me  quieres  arrastrar?  ] Qué!  ¡Todo   un   pueblo 

Víctima  habrá  de  ser  de  mis  rencores!... 

¡  Por  uno  que  me  ofende  ,  al  Sarraceno 

La  patria  entregaré  I  \  Cielos  !  Ya  miro 

Caer  en  esta  orilla  á  los  guerreros 

Que  combaten  por  ella  •,  y  sangre  y  luto 

Do  quier  sembrando  el  bárbaro  agareno ! 

¡  Al  godo  vencedor  de  las  naciones 

Miro  arrastrar  de  esclavitud  los  hierros! 

¿Por  quién?...  Por  mí...  No,  mi  venganza  abjuro. 

Reina,  Rodrigo:  de  la  patria  siento 

La  voz  irresistible  que  encadena 

Mi  furor  y  te  salva...  Reina,  y  lejos 

De  tí  ,  mi  afrenta  llevaré  conmigo, 

Llevaré  mi  deshonra...  ¿Qné   profiero? 

¡Yo  vivir  sin  honor'....  ¿Dónde,  en  qué  climas 

Sepultaré  mis  penas?...  ¡Ah!  si  eterno 

Fuese  tu  velo,  ó  noche!...  pero  el  dia 

Vendrá  >  y  á  todos  en  mi  frente  impreso 

Mostrará  mi  baldón  ,  y  señalarme 

Do  quier   con  mofa  me  veré...   No  hay  medio 

Ser  infame  ó  vengarse,  esta  la  suerte 

Del  ofendido  es  solo:  si  no  puedo 

Nada  por  mi,  donde  hallo  mi  venganza 

Allí  mi  patria  está...  Mas  pasos  siento... 

El  es...  ^  Qué  voy  4  hacer?...  Temor  indigno, 

No  me  acobardes  mas...  Cruel  recuerdo 

De  mi  ultrajado  honor  ,  y  tú,  Florinda  , 

Doblad  ahora  mi  furor  primero. 

¿Venganza  me  pedis?...  Pues  á  vengarme... 

Furias  que  me  agitáis  ,  ya  os  obedezco. 


(40) 

ESCENA  III. 

JULIÁN  ?  TARIF  ,    MOROS. 

Tarif     Cristiano^  ¿qué  me  quieres? 

Juli.  Di:  ¿deseas 

Alcanzar  la  victoria? 

Tarif.  Yo  la  espero. 

Juli.      Y  ¿quién  del  triunfo  asegurarte   puede? 

Tarif.     El  valor  de  mis  ínclitos  guerreros. 

Juli.     No  da  el  premio  al  valor  siempre  la  suerte. 

Tarif.      No  conozco  mas  suerte  que  mi  acero. 

Juli.      Otro  camino  encontrarás  mas  fácil. 

Tarif.      Y  ¿  cuál  pudiera  ser  ? 

Juli.  Yo  te  lo  ofrezco. 

Tarif.     ¿Tú? 

Juli.  Yo. 

Tarif.  i^°  eres  aquel  que  ha  poco  en   Tingis 

Por  Rodrigo  mandaba  ? 

Juli.  Soy  el  mesmo. 

Tarif.      ¿No  fué  por  tí  la  escuadra  derrotada 
Del  valiente  Abenzaide? 

Juli.  No  lo   niego. 

Tarif.      ¿Y  me  ofreces?.., 

Juli.  ¿  Conoces  la  venganza? 

Tarif.     De  un  africano  el  implacable  pecho 
Siempre  la  amo. 

Juli.  Pues  bien  ,  ella  te  entrega 

Hoy  por  mí  mano  el  español  imperio. 
Un  agravio...  Permite  que  lo  calle  : 
Harto  pronto  en  mi  mengua  al  universo 
La  fama  lo  dirá  5  pero  publique 
Mi  afrenta  y  mi  venganza  al  mismo  tiempo. 
Corre  ,  Tarif  5  reúne  tus  escuadras  ; 
Y  antes  que  lance  su  esplendor  primero 
La  luz  del  sol  ,  al  campo  de  Rodrigo 
Lleva  la  destrucción.  Parciales  tengo 
Que  abrazan  mi  querella ,  y  que  á  seguirme 
Dispuestos  hallaré...  Junto  con  ellos 
A  tus  filas  pasando  >  la  victoria 


(41) 

Que  mal  segura  tienes  llevaremos  ; 
Y  Rodrigo  que  ya  del  noble  lauro 
La  sien  se  ciñe  en  lisongero  sueño , 
Rotos  cetro  y  corona ,  ante  iriis  plantas 
Caiga  exhalando  el  postrimer  aliento. 

Tarif.      jO  justo  Alá!  No  en  vano  prometiste 
Al  Árabe  ensanchar  su  vasto  imperio   ' 
Sobre  cuanto  en  su  cutso  el  sol  alumbra. 
Tu  mano  reconozco...  Rien  ,  acepto 
Tus  ofertas,  cristiano ;  pero  dime  : 
l  Cuál  debe  ser  de  tu  servicio  el  premio? 

Juli.      No  recompensas ,  desagravios   busco. 
Nada  exijo  de  tí:,  mas  los  guerreros 
Que  á  seguirme  se  atrevan,  abandonan 
Honores  y  riquezas... 

Tarif.  Yo  prometo 

Que  á  par  de  los  caudillos  musulmanes 
Premiados  quedarán.  Adiós  :,  ya  vuelo 
A  disponer  mis  tropas. 

Juli.  En  mí  fia. 

Tarif.      En  tí ,  en  mi  alfange  ,  en  el  profeta  espero. 

ESCENA  IV. 

J  U  LIAN  ,     SOIO. 

Echado  el  fallo  está ;  ya  no  vacilo. 
Dudas  ,  vano  temor  ,  remordimientos, 
Huid  lejos  de  mí:  si  es  crimen,  solo 
Cabe  tal  crimen  en  heroicos  pechos, 
.ai 

ESCENA  V. 

■ 

JULIÁN,   EGERICO  ,   PARCIALES    DE   JULIÁN. 

■ 

Eger.      Hé  aquí,  Julián,  los  partidarios  fieles 
Que  á  vengarte  ó  morir  están  resueltos. 
Ya  tus  agravios  saben  ,  é  indignados, 
A  tí  en  justo  furor  llegan  ardiendo. 

Part.  i.°  Todos  tu  causa  sostener  juramos. 


(4-2) 

Part.  2.°  Habla,  noble  Julián:  ¿cuál  es  tu  intento? 

Juli.      j  Ah !  ¿qué  podré  decir  cuando  á  mostrarme 
Me  atrevo  apenas  de  rubor  cubierto  ? 
Ved  aquel  Conde  que  á  la  fama  un  día 
Dio  asunto  en  los  combates ,  que  el  primero 
Fué  entre  los  nobles  Godos  acatado  , 
Vedle  proscripto  ,  deshonrado  ,  huyendo  , 
Llorando  su  ignominia.  Y  ¿quién  osara 
Con  torpe  injuria  amancillar  el  bello 
Esplendor  de  mi  nombre?  ¿Quién?  El  mismo 
Que  os  hizo  ya  mil  veces  triste  objeto 
De  su  altiva  insolencia ;  el  que  ,  cual  muchos, 
Un  noble  siendo  solo  ,  al  trono  escelso 
Quisisteis  elevar.  ¡Ingrato!  ¡Oh  como 
Paga  tanto   favor  '.  ¿  Acaso  os  debo 
Vuestras  injurias  recordar?  Ya  de  ellas 
Os  oí  murmurar  ,  mas  en  secreto. 
•Y  qué  ,  sufrir  ,  siempre  sufrir  !  con  obras, 
No  con  quejas  ,  se  vengan  los  guerreros. 
Con  obras  ,  pues,  mostremos  quienes  somos. 
Mas  no  a  la  sombra  de  traidor  silencio  ,    . 
Urdiendo  ocultas  tramas,  convertidos 
En  viles  conjurados  ,  esperemos 
Una  venganza  obscura  y  poco  noble 
Del  aleve  puñal  ó  del  veneno. 
Alta  y  terrible  nuestra  empresa  sea. 
De  lección  a  los  reyes  ,  de  escarmiento 
Sirva  á  los  pueblos  .  y  con  susto  el  mundo 
La  recuerde  y  terror.  Nuestros  aceros 
Prenda  á  Rodrigo  de  victoria  fueran; 
Hoy  su  ruina  serán.  El  sarraceno 
Nos  espera  ,  corramos  :  en  sus  filas 
Con  el  naciente  sol  Rodrigo  al  vernos 
Se  estremezca  y  desmaye  y  convertidos 
Mire  en  estragos  sus  triunfantes  sueños. 

Parí.  i.°  ¡Cielos!  ¿Qué  osas  decir? 

Part.  2.°  ¡Congos  infieles! 

Juli.      Oidme  :  tal  designio  ,  bien  lo  advierto  , 

Se  muestra  odioso  á  vuestras  almas  grandes. 
¡  Ah !  que  no  como  yo  clavada  al  pecho 


Lleváis  la  flecha  del  reciente  agravio. 
No  como  yo  punzantes  los  deseos 
Sentís  de  la  venganza...  Mas  ¡ay!  pronto  , 
Pronto  en  vosotros  arderá  su  fuego. 
Detestáis  a  Rodrigo  :  él  no  lo  ignora; 
Escrita  ya  vuestra  sentencia  leo  , 
En  su  iracunda  mente  j.y  cual  proscripto 
Contemplo,  ya  ,  cual  onerosos  hierros 
Arrastrando  en, las  cárceles,  cual  dando 
De  vil  verdugo  á  la  cuchilla  el  cuello. 
Y  j  feliz  quien  perezca!  ¡O  cuánto  al  noble 
Le  es  mas  dulce  morir  que  ser  viviendo 
Objeto  infame  de  baldón  ,  juguete 
Del  capricho  de  un  monstruo!  Estremeceos 
Los  que  vida  logréis ;  temblad  ¡  ay  tristes! 
Los  que  tengáis  esposas,  los  que  al  pecho 
Las  dulces  hijas  estrechéis.  En  vano       '< 
Las  querréis  ocultar:  no  hay  encubierto 
Asilo  donde  la  torpeza  infame 
De  Rodrigo  no  alcance :  ni  en  el  centro 
De  la  honda  tierra  vivirán  seguras  j 
Que  arrebatarlas  de  los  brazos  vuestros 
Allí  sabrá  también  :  dándoles  muerte 
Solo  conservareis  su  honor  ileso. 
Part.  i.°  ¡O  imagen  espantosa! 
Part.  2.°  j  Suerte  horrible ! 

Eger.      ¿Y  nosotros  ¡ó  Dios!  lo  sufriremos? 
Juli.      Id,  pues  ,  dad  á  Rodrigo  la  victoria. 

¿Qué  digo,  la  victoria?  ¡Hermoso  sueño! 
Pero  sueno  no  mas.  Fueron  los  días 
De  gloria  y  de  poder:  no  ya  trofeos, 
Solo  vergüenza  en  las  marciales  lides  ■ 
•  Recogerán  los  Godos.  Ya  su  imperio  } 
Como  alcázar  ruinoso  á  la  pujanza 
Del  fuerte  Musulmán  cae  deshecho. 
¿Quién  salvarle   podrá?  No  esos  rebaños 
De  esclavos  abatidos,   á  los  riesgos 
Mal  avezados  del  sangriento  Marte  j 
No  vosotros  que  faltos  ya  de  aliento, 
Sin  fuerza  ,  al  combatir  por  un  tirano  , 


(44) 

La  espada  esgrimiréis,  j  Ah  !  Teodofredo 

Solo  al  destino  contrastar  pudiera 

Con  su  potente  brazo  :  bajo  el  peso 

El  triste  ¡ó  Dios  !  de  las  'cadenas  gime.  , 

Pío  hay  para  España  salvación  :  envueltos 

En  su  ruina  seréis  ■>  y  á  par  con  ella 

A  infame  yugo  doblareis  el  cuello. 

Y  j  qué  !  ¿lo  sufriréis?  ¿seréis  esclavos 
Cuando  suerte  mas  próspera  os  ofrezco? 
¿Presa  del  Moro  dejareis  que  sean 
Palacios  ,  bienes  ,  cuando  de  este  recio 
Temporal  que  amenaza  sumergirlos 
Podéis  sacarlos  á  seguro  puerto, 

Y  aumentarlos  también?  •  Ab I  que  sin  tasa 
Nuevos  honores  y  tesoros  nuevos 

Os  miro  recoger.  Sí,  por  vosotros 
Triunfará  de  Rodrigo  el  Agareno  , 

Y  solo  por  vosotros  sostenerse 
Podrá  en  el  nuevo  y  afanoso  imperio. 
Reinareis  en  su  nombre:  á  vuestras  manos 
Pasarán  los  despojos  ,  los  gobiernos 

De  los  vencidos  Godos  ,  y  á  la  cumbre 
Llegareis  del  poder...  ¿Qué  mas?  Del  cielo 
Ministros  sois  cuyo  tremendo  brazo 
Lanza  al  abismo  en  su  furor  los  reinos. 
De  Vitízá  y  Rodrigo  los  delitos 
Llaman  su  maldición  sobre  este  suelo. 
Su  maldición   cayó.  Con  nueva -sangre 
De  otro  mas  grande  y  belicoso  pueblo 
La  sangre  goda  envilecida  tanto 
Quiere  regenerar.  Su  alto  precepto 
Siguiéndome  cumplís.  Do  quier  existan 
Nos  manda  esterminar  á  los  perversos. 

Eger.      Es  justo }  sí:  mi  voz  á  la  voz  tuya 

Ya  se  une  ,  Conde  ,  y  con  airados  ecos 

Pide  el  castigo  del  tirano.  Amigos, 

Entre  ser1  poderosos  ó  bien  siervos 

La  elección  no  es  dudosa.  ¿Hay  quien  prefiera 

A  la  justa  venganza  el  cautiverio? 

Part.  i.°  ¿Preferirlo?  Jamas.  ¡Ala  venganza  ! 


(45) 

Todos.     ¡  A  la  venganza  ,  sí ! 

Juli.  Sobre  este  acero 

Juradlo  ,  amigos. 
Todos*  Lo  juramos. 

Juli.  Muera 


Rodrigo. 


Todos.  Muera. 

Juli.  ¡O  plácidos  acentos  ! 

i  Cuan  gratos  penetráis  el  alma  mia 

Y  el  gozo  le  tornáis!...  Mas  los  momentos  y 
Amigos  ,  son  preciosos.  Egerico  , 

Tú  que  del  gran  prelado  de  Toledo  , 
Tu  deudo  y  mió  ,  los  guerreros  mandas  , 
Vuela  á  su  frente^  y  td ,  fuerte  Sigerto, 

Y  vosotros  también  ,  Edon  y  Evanio, 
Marchad  al  punto  á  preparar  los  vuestros. 
Cuando   allá  en  el  combate  ,  ante  las  filas 
Osado  me  presente  ,  al  son  tremendo 

De  mi  voz  acudid :  seguidme  todos , 

Y  fijad  de  la  lid  el  trance  incierto. 

Eger.    A  obedecerte  voy  :  venid  ,  amigos.  {J^dse Ege- 
rico con  varios  guerreros  :  otros  se  que- 
dan con  el  Conde  D.  Julián.) 
. 

ESCENA  VI. 

EL  conde,  godos,  después  teodofredo.  {Se  vé  salir 
por  el  foro  á  Teodofredo,  sin  casco  y  sin  espada:  al 
ver  á  los  Godos  se  va  acercando  d  ellos  poco  á  poco.) 

Juli.     Vosotros  os  quedad :  fuérame  espuesto 

Donde  manda  Rodrigo  presentarme. 

Vamos  al  Moro.  {Al  querer  partir  ve  á  Teo- 
dofredo. ) 

Pero  ¿  qué  guerrero 

Nos  viene  á  sorprender?  Su  muerte  al  punto... 

¿Qué  miro?  ¡Eterno  Dios!  ¿No  es  Teodofredo? 
Teod.      Conde  i  ¿sois  vos? 
Juli.  ¡Oh!  ¿cuál  propicio  numen 

Te  vuelve  á  nuestros  brazos? 


(46) 

Teod.  Aun  yo  mesmo 

Lo  ignoro.  En  mi  prisión  entra  nn  soldado  , 
Y  dice  :  "libre  estás  ,  sigúeme."  Intentó 
Preguntar  j  no  responde.  A  nuestra  marcha 
Nadie  se  opone  :  obscuridad  y  sueño 
Do  quier  reinan  en  torno.  Traspasado 
De  nuestro  campo  el  límite:  wal  momento, 
Dice  mi  conductor ,  á  Hispalis  vuela: 
Allí  sabrás  quien  resolvió  tus  hierros 
Generoso  romper  ,  y  con  Florinda 
Unido  allí  serás  en  lazo  eterno.'* 

Juli.      Algún  amigo  fiel  será  sin  duda. 

Mi  noble  empresa  favorece  el  cielo  , 
Pues  aquí  te  conduce. 

Teod.  ¿Cuál  empresa  ? 

Juli.      La  mas  grande  y  terrible  J  la  que  á  nuestro 
Detestable  ofensor  justo  castigo 
Va  á  dar  en  breve. 

Teod.  Hablad. 

Juli.  Sigúeme  luego. 

Teod.      ¿Dónde? 

Juli.    ■  Al  campo  del  Moro :  la  victoria 

Le  he  prometido. 

Teod.  ¡  O  Dios ! 

Juli.  ¿  Qué  ? 

Teod.  Me  estremezco. 

Juli.      ¡Cómo!...  ¿vacilas? 

Teod.  Escuchad :  no  ha  mucho 

Vibrar  me  visteis  el  ardiente  acero 
Contra  ese  vil  raptor  :  aun  en  mi  rabia 
Le  volviera  á  vibrar  \  pero  si  debo 
Con  bárbara  crueldad ,  con  negro  crimen  , 
Culpados  é  inocentes  confundiendo, 
Vender  á  España,  y  entregar  sus  hijos 
A  manos  del  infiel...  ¡ah!  no,  detesto 
Tan  pérfida  traición :  cómplice  en  ella 
No  me  veréis  jamás  :  morir  primero. 

Juli.     Pues  qué,  ofendido,  ¿dudarás  vengarte? 

Teod.      Nunca  contra  mi  patria  yo  me  vengo. 

Juli.     ¿La  patria,  dices?...  Por  ventura  ¿hay "patria 


(47) 

Donde  Rodrigo  impera?  Mira  el  pueblo 
A  torpes  vicios  entregado  ,  mira 
Al  capricho  la  ley  obedeciendo  ; 
Sobre  el  desorden  su  grandeza  alzando 
Los  turbulentos  proceres  sin  freno  \ 
Sin  valor  los  soldados:,  indefensas 
Las  plazas  con  sus  muros  en  el  suelo... 
¿Es  esto  patria  ? 

Teod.  Y  vos  ,  ved  al  Alarbe 

Ciego  entregado  á  su  furor  cruento  , 
Muerte  y  desolación  do  quier  llevando, 
Hacer  de  España  un  espantoso  yermo. 
Los  que  el  fuego  perdona  ó  el  alfange 
Opresos  ved  en  duro  cautiverio. 
Ved  la  cruz  abatida  y  de  Maboma 
Sobre  ella  alzarse  el  estandarte  horrendo; 
Ved  los  sacros  altares  profanados, 
Las  vírgenes  violadas  en  los  templos... 
¿Sabéis  que  vuestro  Dios  aquí  se  encuentra ; 
Aquí  vuestros  amigos  ,  vuestros  deudos  ; 
Que  este  suelo*  os  dio  el  ser;   que  aquí  reposan 
Vuestros  mayores  en  eterno  sueño? 
Y  ¡  no  hay  patria  decis !  j  O  Dios !  Y  ¡  en  ella 
Os  intentáis  vengar!  ¿Con  qué  derecho? 
Siempre  ,  para  sus  hijos  ,  inocente 
La  patria  debe  ser:  siempre  á  su  acento, 
'  Sofocando  discordias  ,  solo  hermanos 

Debe  en  ellos  hallar  el  estrangero.  ( Empieza 
a  amanecer. ) 

Juli.     ¿E  impune  dejas  á  Rodrigo? 

Teod.  Si  otro 

Castigo  no  hay  ,  yo  lo  remito  al  cielo. 

Juli.     Quedarás  desterrado  y  sin  fortuna. 

Teod.      Mas  libre  del  atroz  remordimiento. 

Juli.       Bienes  y  honores  te  prometo. 

Teod.  ¡Infamia! 

Juli.      Piensa  en  Florinda. 

Teod.  j  0  Dios !  i  Cruel  recuerdo ! 

Pero  no  ha  de  vencerme,  nó...  dejadme: 
Nunca,  si  es  niia,  lo  será  á  tal  precio. 


(48) 

Juli,     ¡Infiel!  ¡Y  tú  la  amabas!  ¡O  abandono! 
¡  O  imperdonable  crimen  ,  mas  horrendo 
Que  el  crimen  de  Rodrigo!  Vil  perjuro  , 
Ya  te  conozco   al  fin  y  te  detesto. 
Vé,  sirve  á  mi  ofensor:  para  vengarme 
Yo  me  basto  á  mí  mismo.  ( Se  oye  á  lo  lejos   el 
ruido  de  los  clarines  que  llaman  á  la  ba- 
talla. ) 

Compañeros, 
¿Ois  ?  Suena  el  clarin  :  la  seña  es  esta 
De  venganza  y  de  muerte.  jCuál  os  veo 
De  generoso  ardor  estremecidos 
Anhelar  el  combate!  A  los  protervos 
Llevemos  guerra  y  esterminio.  Vamos* 

Teod.     ¿A  dónde  vais,  malvados?  Deteneos. 

Juli.      Aparta:  busca  á  mis  contrarios  ;  marcha 
A  combatir  y  perecer  con  ellos.  (Váse<) 

ESCENA  VII. 

TEODOFREDO,   Solo. 

Sí  ,  yo  combatiré  :  veréis  mi  espada 
En  la  funérea  lid  brillar  ardiendo 
Terror  de  los  traidores.   Mil  peligros 
Do  quier  aquí  me  cercan  ,•;  mas  el  puesto 
Aquí  está  del-  honor  ,  aquí  la  patria  \, 
>Su  voz  me  llama,  á  defenderla  vuelo. 
Ya  se  acerca  Rodrigo  :  aunque  funesta 
Pruebe  su   saña,  sin   temor  le  espero.  (Sera  Jn 
completamente  de  dia.) 

ESCENA  VIII. 

TEODOFREDO,  RODRIGO,   GUERTXEROS  GODOS, 

Rodr.      Este  es  el  dia,  valerosos  Godos, 

En  que  con  gloria  terminar  debernos 
Tan  prolongada  lucha:  el  fiero  Alarbe 
Ya  medroso  lucir  ve  los  aceros 


(49) 

Que  en  sangre  tintos  humillar  lograron 
Su  altivo  orgullo  en  el  pasado  encuentro. 
Hoy  destrozar  sus  bárbaras  legiones  , 
Hoy  nuestra  patria  libertar  debemos. 
Aunque  de  Teodofredo  el  brazo ^  falte 

Y  de  Julián... 

Teod.  *"  Te  engañas  $  Teodofredo 

Está  aquí. 
Rodr.  ¿Cómo,  tu?...  ¿Y  eres  osado... 

Infeliz,  á  pisar  autt  este    suelo? 
Teod.     Me  trae  mi  deber. 
Rodr.  A  asesinarme 

Vienes  sin  duda. 
Teod.  A  defenderte  vengo. 

Rodr.     ¿  No  debias  huir  ?  ¿  No  te  mandaron 

Cuando  esta  noche  libertad  te  dieron  , 

Que  tus  pasos  á  Híspalis  llevases  , 

Y  luego  allí  Florinda... 

Teod.  <fQüC  oigo?    ¡Cielos  ! 

¿Acaso  vos?... 
Rodr.  ¿Cuál  otro  abrir  pudiera 

De  tu  prisión  las  puertas?...  Lo  confieso: 

Fui  criminal :  amor  ptido  un  instante 

Cegar  mis  ojos  con  su  torpe  velo  ; 

Y  también  te  cegó  J  mas  nó  sé  vengan  , 
Solo  perdonan  los  heroicos  pechos. 
Tuya  será  Florinda,  hermosa,  pura 
Como  la  luz  del  Sol :  mi  odioso  fuego 
Sabré  vencer  con  fortaleza. 

Teod.  ¡  O  grande  ! 

O  magnánimo  Rey...  Conde,  ¿qué  has   hecho? 

¡Ah!  vuelve,  vuelve  i  á  consumar  no  llegues 

Tan  horrible  traición...  Aun  será  tiempo...  (Quie~ 
re  salir.) 
Rodr.     ¿Qué  dices?  ¿Dónde  vas? 
Teod.  Dejadme.,.  ¡Ah!  nunca 

Lo  lleguéis  á  saber. 


(50) 

■    ' 

ESCENA   IX. 

s 
DICHOS,    TULGA, 

: 

Tulga.  Acudid  presto  : 

Señor,  traición...  El  injuriado  Conde 
Nos  vende  al  musulmán  :  hacia  sus  puestos 
Dirigirse  le  he  visto.  El  traidor  Opas  j 

Concita  á  la  venganza  á  sus   guerreros. 
Todo  es  desorden  ,  confusión. 

Rodr,  ¡O  infames! 

Hé  aquí  vuestras  hazañas...  {A  Teodofredo.) 

Tú...  no  puedo 
Dudarlo  ya,  traidor,  te  preparabas" 
A  clavarme  el  puñal...  De  ese  contento 
No  te  quiero  privar...  hiere.  ¿Qué  tardas? 
Si  no  tienes  espada  ,  yo  te  cedo 
La  mia:,  tórnala...  hiere.  {Saca  su  espada  y  la 
presenta  d  Teodefredo  que  la  toma. ) 

Teod.  La  admito; 

Mas  en  sangre  del  bárbaro  agarenOy,([ 
En  sangre  de  traidores  hoy  teñida    , 
Tan  solo  la  verás.  El  juramento 
Con  esa  sangre  sellaré  y  la  mia  i 
De  mi  fidelidad.  Fuertes  guerreros  , 
Marchemos  á  la  lid. 

Rodr.  Ven  á  mis  brazos. 

Ambos  unidos  á  lidiar  volemos. 
Mas  si  es  fuerza  morir  ,  valientes  Godoe  , 
Vuestro  monarca  morirá  el  primero. 

- 


ACTO  QUINTO. 

ti  - 

El  teatro  representa  el  campamento  de  los  Godos.  A  la 
entrada  de  una  tienda  que  sobresaldrá  un  poco  y  es- 
tará hacia  el  proscenio  habrá  una  pequeña  eminencia 
de  césped ,  en  forma  de  banco. 

ESCENA  PRIMERA. 

FLORIMDA,  Sola. 

. , ! \r.t  ¡\jielos!  ¿Será  verdad?  El  Moro  triunfa , 
Huye  vencidoel  Godo...  De  este  campo 
Ya  acometen  las  bárbaras  legiones 
El  recinto  indefenso...  ¿Dónde  amparo, 
Mísera ,  encontraré?  La  vista  mia 
Causa  á  todos  horror...  De  mí  indignados 
Se  alejan ;  y  oigo  de  mi  padre  el  nombre 
Do  quiera  maldecir...  Mil  y  mil  labios 
Le  apellidan  traidor...  ¡Traidor!...  Infames, 
Mentís :  no  puede  ser...  Mas  ¡  ay !  si  acaso 
En  su  ciego  furor...  La  vil  venganza 
¡Qué  crímenes  no  engendra!...  ¡O  Dios!  Corramos 
Do  la  triste  Verdad  de  estas  zozobras 
Libre  mi  mente  que  resiste  en  vano 
Creer  tanta  maldad...  Mas  Teodofredo... 
¡  Ah!  tú  podrás  al   fin... 

ESCENA  II. 

florinda  ,  teodofredo  con  la  espada  en  la  mano. 

Teod.  ¡Odia  aciago! 

¡Dia  funesto  á  la  española  gente! 
¿  Dónde  ,  Godos  ,  huis  ?  Al  Africano 
Así  cedéis  cobardes ! 

# 


(52) 

Flor.  ¡Teodofredo! 

Teod.     ¿Qué  miro?...  ¡O  Dios!...  ¡Florinda!  Cielo  santo, 
¿Por  qué  á  mi  vista  la  ofrecéis?  ¿No  pudo 
Antes  la  muerte?... 

Flor.  Y  tú ,  también  ,  ingrato  , 

¿Huyes  de  mí,  me  ultrajas?...  ¡Ah!  ¿qué  culpa?... 

Teod.      Satisfecha  estarás  :  de  tus    agravios 

Vengada  quedas.  Por  do  quier  en  torno 
Contempla  de  los  Godos  destrozados 
Los  pálidos  cadáveres  ,  contempla 
En  sangre  tintos  los  funestos  campos 
Donde  la  gloria  y  el  poder  de  España 
Con  eterno  baldón  se  han  sepultado. 
¡Todo,  todo  por  tí'....  Gózate  en  ello} 
Gózate,  desdichada,  en  tal  estrago. 

Flor.      ¿Qué  profieres?  ¡por  mí!. .'Pues  qué,  mi  padre... 
¿Con  que  es  cierto?...  ¡Qué  horror! 

Teod.  Llenos  de  espante 

Ya  ligeros  buscaban  en  la  fuga 
Su  salud  los  vencidos  africanos. 
Mas  súbito  de  en  medio  de  sus  huestes 
Sale  tu  padre  ,  y  con  acento  airado 
Grita:  w  A  mí,  compañeros."  A  sus  voces 
Responde  fiero  el  conjurado  bando: 
Venganza  y  muerte  por  do  quier  resuenan  ; 

Y  Opas,  y  Edon,  y  Garcerán ,  y  Evanio , 

Y  otros  y  otros  traidores,  las  espadas 
Que  puso  España  en  sus  aleves  manos, 
Vuelven  contra  su  patria.  Allí  furiosos 
A  sus  propios  hermanos  destrozando  . 
Siembran  horror  y  confusión  y  muerte. 
¿Qué  vale  ya  el  valor?  Los  mas   osados, 
Cercados  de  traidores  ,  no   distinguen 
Cual  es  su  defensor  ,  cual  su  contrario  \ 

Y  creyendo  lidiar  por  un  amigo  , 
Caen  al  golpe  de  traidora  mano. 
Desmaya  el  Godo,  alienta  el  Sarraceno, 
Que  del  susto  primero  recobrado  , 

Con  nueva  rabia  nos  embiste  altivo 
En  nuestra  sangre  su  furor  cebando. 


(53) 

En  vano  á  contener  su  ímpetu  fiero 
Sobre  sus  huestes  con  furor  me  lanzo ; 
Y  en   vano  de  Rodrigo  el  brazo  fuerte 
La  espada  irresistible  fulminando  , 
Con  mil  y  mil  hazañas  muestra  y  abre 
La  senda  del  honor  á  sus  vasallos, 
i  O  desdichado  Rey  l  La  faz  terrible, 
En  sangre  todo  y  en  sudor  bañado  , 
Yo  le  ví  de  Tarif  á  la  fortuna 
Invicto  contrastar.  Cercados  ambos 
De   la  inmensa  morisma  ,  con  su  sangre 
La  corriente  del  Lete  acrecentamos. 
¡Inútiles  esfuerzos  •>  de  que  solo 
Pudo  glorioso  fin  ser  triste  pago  ! 
"O  Teodofredo  ,  esclama  el  Rey,  perdido 
«Todo  está  ya:  mi  muerte  en  desagravio 
»>De  mi  crimen  atroz  el  cielo  ordena  j 
«Mas  no  se  gozarán  los  Africanos 
»»En  la  deshonra  mia  ,  ni  mi  cuerpo 
«Lograrán  ultrajar   con  vil  escarnio.*' 
Dice  y  aguija  á  su  bridón  ligero  , 
Ábrese  entre  los  Moros  ancho  paso , 
Llega  al  rio  ,  se  lanza  ,  y  en  sus  ondas 
Queda  el  triste  por  siempre  sepultado. 

Flor.     En  fin  ,  ¡  murió  Rodrigo!  Justa  muerte} 
Pero  débil  castigo  de  un  malvado. 
No  en  el  campo  de  honor  debió  con  gloria 
Dar  el  último  aliento:  cual  esclavo 
Debió  sufrir  ,  y  en  el  oprobio... 

Teod.  Calla: 

Hija  de  D.  Julián  ¿  qué  osa  tu  labio 
Aleve  pronunciar?  A  tu  venganza 
¿  No  basta  tanto  horror  ,  tan  grande  estrago? 
Rodrigo  delinquió:,  pero  tu  padre 
Contra  su  patria  al  Moro  acaudillando  , 
Tu  con  risa  feroz  en  las  desgracias 
Gozándote  de  España  y  aprobando 
Tan  pérfida  traición... 

Flor.  Y  f  quién  te  dice 

Que  yo  la  apruebo,  quién?  En  tan  aciago , 


f 54 ) 

En  tan  terrible  día  ,  criminales 
Son  todos  para  mí ,  todos  malvados  , 
Todos  horror  me  inspiran ,  y  yo  propia 
A  mí  misma  también  me  causo  espanto. 
El  crimen  me  circunda  ,  la  ignominia 
Me  cubre  ,  la  aflicción  sigue  mis  pasos. 
Bien  haces  ,  Teoddfredo  ,  odiarme  debes : 
Tu  odio  tan  solo,  tu  desprecio  aguardo. 

Teod.     ¡  Aborrecerte  yo  !  Yo  que  te  quise 
Con  tari  sineero  amor... 

Flor.  ¿Qué  has  pronunciado  ? 

¡Amor  ,  funesto  nombre  ,  que  delitos 
Me  recuerda  np  mas!  ¿Osas  tus  labios 
Emponzoñar  con  él?...  ¡Ah!  si  algún  resto 
Arde  en  tu  corazón,  de  allí  arrancarlo 
Debes  al  punto ,  ó  tiembla. 

Teod.  Sí  ,  Florinda  : 

Es  crimen  esa  voz  én  nuestros  labios. 
Vencedor  el  Alarbe  ,  España  opresa, 
El  cetro  de  Rodrigo  hecho  pedazos, 
Tu  cubierta  de  infamia,  de  ignominia... 
Nada  hay  ya  que  esperar...  En  males  tantos 
No  ya  de  amor,  de  muerte  hablar  debemos. 

Flor.     De  muerte,  sí...  morir  es  necesario: 

El  sepulcro  es  mi  bien,  mi  único  asilo... 

Y  ¿á  qué  vivir ,  a  qué?  ¿Para  ver  llantos , 
Males  ,  desolación ,  incendios,  ruinas , 

Y  todo  por  mi  causa!,,.  ¡Ay,  triste!...  En  vano 
Yo  me  diré  inocente..,  Por  do  quiera, 

Las  tumbas,  los  cadáveres  ,  los  campos,   .". 
Cobrando  voz  á  mi  ominoso  aspecto , 
Fieros  me  acusarán...  ¡Ah!  que  escuchando 
Estoy  ya  en  torno  el  lamentar  doliente 
Del  oprimido  pueblo ,  y  entregado 
Mi  nombre  escucho  á  execración  eterna. 
¿No  lo  ves?  ¿no  lo  ves?...  Ante  mis  pasos 
El  confuso  tropel  se  precipita... 
¡Cielos!...  ¡Una  mnger!...  ¡Su  cruel  mano 
En  la  sangre  se  baña  de  sus  hijos 

Y  me  ofrece  sus  miembros  destrozado» . 


(55) 

w  Tuyo  es  mí  crimen»  dijo  :  así  tan  6olo 

>» Logran  ser  libres  los  que  hiciste  esclavos." 

Aparta  ,  monstruo  horrendo...  ¿Qué  me  quiere 

Ese  pueblo  de  huérfanos  y  ancianos? 

En  torno  mió  con  furor  se  agolpan 

Sus  ponderosos  hierros  agitando. 

^Miradla ^  esclaman,  la  que    al  fiero  moro 

«Osó  entregar  su  patria,  la  que  atado 

»»Nos  tiene  el  cuello  á  la  fatal  coyunda^ 

w  Por  quien  bienes ,  honor  y  culto  santo 

»» Hemos  todos  perdido...  Caiga  ,  caiga 

»»La  maldición  sobre  ella..."  No,  inhumanos, 

Perdon(,  perdón  :  mayor  que  el  dolor  vuestro 

Es  mi    fiero  dolor. 

Teod.  :0  Dios!  /Qué  insano 

Uelirio  te  perturba  / 

Flor.  Y  tú ,  ¿  quién  eres  ? 

¿  Por  qué  tu  brazo  está  de  acero  armado? 
¿  Contra  quién  lo  destinas?  Por  ventura 
¿Es  contra  mí?  Pues  hiere  :  será  grato 
El  dulce  golpe  que  mi  mal  termine 
Mi  aborrecible  ser  aniquilando.  [Cae  de  rodillas 
á  los  pies  de  Teodofredo. ) 

Teod.      ¿Yo  bañarme  en  tu  sangre,  yo,  Florinda? 
¿No  me  conoces? 

Flor.      (Como  recobrándose,  con  cariño  y  abati- 
miento. )  j  Teodofredo  caro ! 
¿Eres  tú  ?...  Mira  mi  cruel  tormento, 
Mi  horrible  situación...  Solo  me  es  dado 
Ya  la  muerte  anhelar. 

Teod.  ¡  Desventurada ! 

Harto  lo  veo :  tu  destino  infausto 
El  solo  bien  que  te  concede  es  ese. 
Morir  es  tu  deber.  No  de  mis  labios 
Escucharás  acentos  que  á  la  vida 
Aun  te  quieran  ligar  :  vivir  amargo, 
Mas  que  la  muerte,  horrible...  Pero  sea 
Nuestra  suerte  común.  Muramos'  ambos ; 
Que  ni  vivir  tú  puedes  infamada, 
Ni  yo  vivir  tampoco  siendo  esclavo. 


(56  ) 

Flor.     Pues  bien  :  ¿  qué  tardas  en  abrir  mi  pecho  ? 
(Ruido  de  armas  y  de  hombres.) 
¿Escuchas  el  clamor?  Por  todos  lados 
Ños  cerca  el  Moro  ya:  hiere...  un  instante 
Aun  puede  este  consuelo  arrebatarnos. 

Teod.     •  Ah  !  que  mi  brazo  no  osa... 

Flor.  ¡Qué!...  ¿Vacilas? 

Teod.     ¡Florinda! 

Flor.  ¿Y  bien? 

Teod.  No  puedo  ,  no. 

Flor.  A  mi  mano 

Fia  ,  pues  ,  el  acero. 

Teod.  Qué ,  tú  propia... 

¿Tendrás  valor? 

Flor.  ¿Lo  dudas? 

Teod.  Pues  ¿qué  aguardo? 

( Saca  un  puñal  y  se  lo  dd. ) 
Toma  ,  y  adiós  por  siempre  :  en  el  combate 
Yo  á  perecer  como  guerrero  marcho. 

ESCENA  III. 

FLORINDA,   Sola. 

¿Tú  perecer?  No,  no...  vivir  aun  debes: 
La  patria  telo  manda...  De  tu  brazo 
Nuevos  triunfos  espera  que  su  gloria 
Y  su  poder  le  vuelvan...  j  Ah ',  6Í  el  hado 
Propicio  á  tu  valor...   (Yendo  hacia  el  lado 
por  donde  se  ha  marchado  Teodofredof 
se  oye  ruido  de  espadas  y  de  gente  pe- 
leando.) 

Mas  ya  le  Veo 
Lanzarse  á  los  feroces  africanos 
Que  airados  le  circundan...  ¡  Cuál  su  espada 
Siembra  en  ellos  la  muerte  y  él  estrago! 
Huid  ,  cobardes...  ¡  Ay  '  nuevos  guerreros 
Le  asaltan...  y  otros...  y  su  fuerte  brazo 
Ya  cansado  desmaya...  Al  lado  suyo; 
Vuelo,  y  un  golpe  nos  traspase  á  entramboa..». 


(57) 

jO  Dios!  Cayó...  cayó...  Fieros  ,  su  cuerpo 
Los  vencedores  bárbaros  hollando  , 
Se  acercan  ya...  ¿Por  qué  mi  brazo  tarda 
En  desgarrar  mi  pecho?  Esposo  caro, 
Florinda  ya  te  signe...  Hágame  digna 
Este  golpe  de  tí.  (Se  hiere ,  y  vacilando,  va 
á  caer  sobre  el  banco  de  césped  que  está 
á  la  entrada  de  la  tienda  en  el  proscenio. 
Al  mismo  tiempo  salen  Tarif  y  gran  nú- 
mero de  sarracenos  que  acuden  por  todos 
lados.  Unos  traen  lanzas  ,  otros  alfanges, 
otros  teas  ardiendo  con  las  que  incendian 
las  tiendas.  Arde  el  campamento.) 

ESCENA  IV. 

FLORINDA  j  TARIF  ,   MOROS. 

Tarif.  Mahometanos, 

Hijos  ínclitos  de  África,  el  Profeta 
La  victoria  nos  dio.  De  gloria  el  canto 
Alzad  al  sumo  Alá  que  el  señorío 
De  España  entrega  al  fuerte  Mauritano. 
Triunfad  ,  y  de  este  campo  los  despojos 
Hoy  recompensen  vuestro  ardor  bizarro. 


ESCENA  V  Y  ULTIMA. 

i 

DICHOS,  JULIÁN  Y  CONJURADOS   GODOS. 


■ 


■       I  :  I »b< 

Juli.     Mi  palabra  cumplí  ,  noble  Abenzarca, 
Ya  es  tuya  la  victoria,  y  yo  vengado 
Quedo   del  vil  Rodrigo.  ¿Con  qué  gozo 
Estrecharé  á  Florinda  entre  mis  brazos ! 
¡Ah!  ¿Dónde  la  hallaré?  {Viendo  á  Florinda 
caída  sobre  el  banco  con  las  ansias  de  la 
muerte. ) 

Pero  ¿qué  veo? 
¡Una  muger!...  ¿No  es  ella?...  ¡Ay!  espirando 
La  desdichada  está.  (Se  acerca  con  precipita 


(58) 

don.  Los  Godos  también  se  acetcán ,  al- 
zan un  poco  á  Florinda  y  la  sostienen. ) 

Flor.  ¡Padre! 

Juli.  \  Hija  mía  ! 

Tarif.  ¡Hija  suya!  (Tarify  muchos  de  los  suyos  se 
acercan.  Todos  los  personages  se  colocarán 
formando  un  grupo.) 

Juli.  ¡O  dolor  !  ¡O  impíos  hados! 

¡O  cielo  inexorable!  ¡Crudo  golpe, 
Que  todo  mi  placer  convierte  en  llanto  ! 
¿Quien  el  bárbaro  fué?... 

Flor.  Yo  he  sido  ,  ¡  ó  padre ! 

Yo...  Detestó  el  furor  que  os  ha  inspirado 
Tan  pérfida  traición...  Sí...  yo  aborrezco 
Vuestra  venganza  horrible...  Por  mi  mano 
Yo  misma  me  castigo,  pues  la  causa 
Soy  de  tantos  horrores...  Padre  amado... 
A  Dios...  y  plegué  al  cielo  en  sus  bondades... 
Enmendar  vuestra  culpa...  y  perdonaros.  (Cae 
muerta. ) 

Juli.     ¡  Ah!no  morirás  sola,  que  este  acero 

A  tí  me  juntará.  (Saca  la  espada  y  quiere 
pasarse  con  ella.  Tarif  y  los  suyos  se  lo 
estorban  y  le  desarman. ) 

Tarif.  Tente ,  insensato. 

Juli.     No  me  detengas,  bárbaro,  la  muerte 

Es  ya  el  único  bien  que  ansioso  aguardo. 

Tarif.     Harta  dicha  es  la  muerte  á  los  traidores. 
A  tus  remordimientos  entregado 
Queda  en  castigo  de  tu  horrendo  crimen. 

Juli.     Y  ¿osas,  perverso,  tú,  vituperarlo? 

Tarif.      Aprecio  la  traición  cuando  me  es  útil  f 
Y  al  infame  traidor  odio  declaro. 

Juli.     Hé  aquí  el  fruto  cruel  de  mi  venganza. 

Odio  ,  ultrages  ,  desprecios...  ¡  Desdichado ! 
Si  he  vendido   á   mi  patria,   ¿qué    otro   premio 
Debo  esperar  de  mi  delito  infando  ?     * 
{Cae  abismado  á  los  pies  de  Florinda. ) 

FIN  DE  LA  TRAGEDIA. 


■  .    ■ ,  ■ 


I 
'^kiS  Vil» 

.  ■  ■     '  .    i  ; 

Vi  I     '  .  • 
uelve  á  mis  manos  descuidada  lira , 

Vuelve  ,  y  tras  luengos  año» 
De  medroso  callar  y  triste  olvido, 
Deja  que  pulse  tus  doradas  cuerdas , 
Dando  con  libre   acento 
Himnos  de  gozo  y  gratitud  al  viento. 
'. 
Que  no  fué  tuyo  con  servil  lisonja 
Al  procer  orgulloso 

oores  tributar,  que  en  alta  silla 
Insulta  ulano  al  ínleliz  opreso; 

Y  goza  en  su  desgracia  , 

x  de  verle  sulrir  nunca  se  sacia. 

■ 

Mas  /  hora  acaso  en  el  inerte  polvo 
Uciosa  yacerías 

Cuando  en  mi  pecho  de  entusiasmo  henchido 
Siento  que  hierve  el  apolineo  fuego, 

Y  con  voz  prepotente 

Cantar  me  manda  á  la  beldad  clemente? 


j  Beldad !  ¡  alma  beldad  !  tu  frente  pura 
El  trono  es  del  consuelo , 
Tus  ojos  grata  mansedumbre  vierten  , 
Tu  boca  es  nido  de  placer  y  amores, 
Y  tu  acento  sonoro 
Es  la  armonía  del  celeste  coro. 


{  60  ) 

j  Pues  qué  si  al  cielo  concederte  plugo 
De  esplendente  diadema 
El  brillo  seductor  !  De  regia  pompa 
Cercada  y  magestad  ,  eres  entonces 
El  ídolo  sagrado 
Que  solo  adora  el  orbe  entusiasmado. 

Mortales  ,  si  anheláis  del  fiero  Marte 
El  belicoso  estruendo 

Y  en  luto  y  sangre   sumergir  la  tierra  , 
Oprima  el  solio  en  su  ambición  el  hombre ; 
Pero  si  paz  dichosa  , 

Si  ventura  buscáis,  reine  la  hermosa. 

Reine  ;  que  á  par  la  celestial  clemencia 
Mil  bienes  prodigando 
Con  ella  reinará.  ¡Virtud  sublime! 
.  Oh  del  Real  poder  dulce  atributo, 
y  su  mas  bella  parte! 
c-  en  una  hermosa  no,  ¿dónde  encontrarte? 

Ardió  en  España  la  fatal  discordia  : 
El  trono  se  estremece, 
Gime  la  patria ,  y  en  sangrienta  lucha 
El  que  fué  vencedor  vése  vencido, 

Y  se  alza  la  venganza, 

Y  á  míseros  sin  fin  sus  rayos  lanza. 

¡  Ay,  que  ya  de  cien  cárceles  profundas 
Las  resonantes  puertas 
Se  abren  y  tragan  al  vencido  bando! 
J  Ay ,  que  el  plomo ,  el  dogal ,  el  crudo  acero 
Mandan  horrible  muerte 
A  quien  hizo  traidor  su  adversa  suerte ! 

Huid  ,  tristes  ,  huid.  Remotos  climas 
Buscad;  que  es  al  proscripto 
Tierra  de  maldición  la  que  algún  dia 
Dulce  patria  llamo:  no  ya  estos  camp06 
Piséis  ¡ay!  tan  queridos; 
Ni  halague  el  patrio  hablar  vuestros  oido«. 


(  61  ) 

Helos  dispersos  por  estrañas  tierras 
Sin  bienes  •  sin  asilo  , 
Al  yugo  atados  de  su  atroz  miseria. 
Desde  la  ardiente  Libia  ál  yerto  polo , 
Suerte  vil  arrastrando, 
¿Qué  clima  no.los  vio  siempre  penando? 

No  es  eterno  el  dolor  :  secad,  el  lloro  - 
Secadio i  desgraciados ; 
Que  ya  se   eleva  en  la  felice  España 
Benéfica  Deidad  ,  á  cuyo  aspecto 
Do  quier  dichas  y  amores 
Brotar  se  ven  como  en  Abril  las  flores. 

Miradla  ¡cuan  hermosa!  En  su  alba  frente 

Brilla  Real  corona , 

Astro  nuncio  de  paz  ;  y  de  sus  ojos 

Deslumhra  mucho  mas  la  luz  divina. 

Con  su  mano  preciosa  '     ¡ 

El  áureo  cetro  rige  poderosa. 

El  aúreo  cetro  que  el  augusto  esposo 
A  su  bondad  fiara 

Cuando,  aquejado  de  fatal  dolencia, 
Al  ruego  ardiente  y  fervoroso  anhelo 
De  la  afligida  España 
La  muerte  atroz  detuvo  su  guadaña. 

w  Toma ,  le  dijo  ,  y  á  mis  pueblos  caros 
»  Lleva  paz  y  consuelo. 
«Recompensa  su  afán:  los  altos  dones 
«Que  á  su  constante  amor  mi  amor  concede 
«Vierte,  Cristina,  en  ellos: 
«Presentados  por  tí  ,  serán  mas  bellos.  " 

Y  ¿á  quién  ,  ó*  Reina  ,  la  piadosa  mano 
Hoy  tiendes  compasiva? 
Al  proscripto  infeliz :,  que  tal  le  nombras, 
No  le  nombras  traidor  :  si  pudo  un  tiempo 
Errar  ,  no  ya  culpado 
Es  ante  tu  bondad ,  sí  desdichado» 


(62) 

w  Venid  y  hijos ,  venid :  eterno  olvido  , 
(Esclamas  bondadosa)  -   • 

«Oculte  y  borre  vuestro  error  funesto. 
«De  la  Regia  piedad  tiéndase  el  manto 7 
»Y  á  su  abrigo  benigno 
«Nadie  se  crea  de  perdón  indigno. 

»» Todos  hermanos  sed,  todos  mis  hijos; 
«Y  el  inmenso  tesoro 
«Do  mercedes  sin  fin  los  reyes  guardan  ? 
«De  hoy  mas  abierto  para  todos  quede  ; 
«Que  á  falta  de  inocencia, 
«Mayor  que  toda  culpa  es  mi  clemencia»" 

j  O  palabras  sublimes  !  Para  asombro 
De  Reyes  y  naciones 
De  siglo  en  siglo  trasmitidas  sean. 
Guardadlas ,  Españoles  f  y  en  el  pecho 
Que  gratitud  inflama, 
Grabadas  queden  con  buril  de  llama. 

Abrid,  mazmorras  ?  las  herradas  puertas; 
Despareced  »  prisiones  ; 
Valles  profundos,  dilatados  mares  y 
Fácil  camino  el  desterrado  os  deba ; 

Y  ¡  oh  .  si  la  tumba  avara 

Las  presas  que  tragó  también  soltara! 

Llegad  presto,  llegad:  la  Patria  ansiosa 
A  su  regazo  os  llama. 
Venid  jy  en  torno  de  Cristina  excelsa 
¡Madre!  ¡Madre!  decid:  agradecidos 
Besad  todos  su  huella  , 

Y  6U  mano  piadosa  a  par  que  bella. 


I 


— — — ~T—. 1 ¡ 


— 

a 


ID  j  '  ' 

O's^)  ■ 

■ 

: . .  . '      I 

j .MJ ibertad !  ¡libertad!  ¡Numen  sagrado,    | 
A  cuyo  santo  nombre 
Laten  los  pechos  que  tu  amor  inflama! 
Naciste  el  dia  que  naciera  el  mundo  j 

Y  apar  del  gran  lucero 

Fuiste  del  Hacedor  el  don  primero. 

Don  mas  grato  que  el  sol;  don  mas   brillante  ; 
Aura  pura  y  eterna 

Que  aliento  al  alma  das  ,  ¿por  qué  >  envidiosas, 
Entre  sí  los  mortales  se  arrebatan  , 
Ensangrentando  el  suelo 
Un  bien  que  á  todos  repartiera  él  cielo  ? 

Libres  os  hizo  Dios,  hombres  injustos \ 

Y  pudiendo  ser  libres  , 

¡Forjáis  cadenas  y  os  hacéis  esclavos! 
Quitáis  á  la  razón  sus  santos  fueros  V 

Y  degradado  el  hombre  , 

¡  Es  crimen  pronunciar*  de  libre  el  nombre  ! 

¡Inútil  afanar!  Cual  en  su  seno 
La  llama  abrasadora 
El  duro  pedernal  ocultd  guarda, 
Brotando  al  golpe  del  bruñido  acero  , 
Tal  donde  esclavos  vieres , 
Duermes ,  ó  libertad ,  pero  no  mueres. 


(64) 

Tal  si  tiranos  mil  con  furia  insana , 
Aprestando  cadenas  , 
Atar  intentan  tus  robustos  brazos:, 
Al  herir  de  los  hierros  ponderosos  , 
Con  ímpetu  iracundo  , 
Brotas,  muestras  la  faz ,  vengas  al  mundo. 

Así  en  las  rocas  de  Apenzel  un  dia 
Alzando  el  noble  vuelo  , 
A  Helvecia  sombra  con  tus   alas   diste; 
E  hiriendo  el  pecho  del  germano  altivo, 
Justa  muerte  lanzaste  , 

Y  en  la  flecha  de  Tell  al  fin  triunfaste. 

Así  en  las  olas  del  antiguo  Egeo  , 
En  noche  vengadora  , 
Ardieron  del  infiel  las  altas  naves : 
Tu  soplo  alimentó  su  vasto  incendio  j 

Y  obra  allí  de  tus  manos, 

Ranace  un  pueblo  y  mueren  sus  tiranos. 

Mira  burlando  muchedumbre  inmensa 
En  combatida   torre 
De  valientes  vencer  número  escaso  , 
Las  huestes  ahuyentar  del  despotismo  j 

Y  por  el  orbe  entero 

El  nombre  eternizar  de  Cenicero. 

Reinas ,  ó  libertad.  Do  quier  te  aclama 
Un  siglo  que  te  adora  ; 
Nada  tu  imperio  resistir  ya  puede ; 

Y  en  esta  patria  do  triunfante  al  viento 
Tu  pabellón  tremola , 

Si  tienes  que  temer  es  á  tí  sola. 

¡  Ay!  guarda!  guarda!  que  el  feroz  contrario 
Te  acecha  cauteloso. 
Sí:,  mírale  lanzar  de  la  discordia 
La  antorcha  entre  los  libres,  esperando 
Sus  prósperos  sucesos 
No  ya  de  su  valor...  de  tus  escesos. 


(65) 

¡Incautos!  ¡Ay !  tened...  ¡Do  vais,  ilusos  ! 
Cuando  ya  sus  derechos 
La  patria  recobró,  ¿queréis  vengarla? 
¿Y  de  quién?  responded...  ¿Do  está  el  tirano? 
¿Quién,  pueblo  ,  te   resiste? 
Donde  mil  Casios  hay  >  César  no  existe. 

¿Acaso  el  trono  con  violencia  oprime 
Déspota  aborrecido 

Que  en  sangre,  ruinas  y   horfandad  se  goia? 
No  j  una  Niña  le  ocupa  ,  un  Ángel  puro  , 
Que  en  juegos  se  recrea, 

Y  ni  aun  de  esclavitud  tiene  la  idea. 

¡Y  su  Madre  !  ¡gran  Dios!  ¿Quién  al  nombrarla 
No  siente  conmovido 
En  justa  gratitud  el  noble  pecho  ? 
Ella  sus  fueros  á  la  patria  vuelve  ^ 

Y  al  español  civismo 

Cristina  y  Libertad  es  uno  mismo. 

Sabia  ,  clemente  ,  bondosa ,  afable  , 
Tu  dicha ,  pueblo  hispano , 
Es  su  norte  no  mas.  w¿Dónde  hay,  pregunta, 
Un  bien,  un  nuevo  bien  que  esté  en  mi  mano 
Dar  á  esta  tierra  amada? 
Cuanto  le  tarde  en  dar ,  soy  desdichada. " 

Reina,  ¿qué  puede  el  español  pedirte? 
Gime  el  triste  proscripto  , 

Y  de  la  patria  tú  las  puertas  le  abres ; 
Injusto  triunfa  el  despotismo  odioso  , 

Y  lánzasle  al  averno , 

Y  alzas  de  libertad  el  templo  eterno. 

¿Qué  mas?  ¡Ay  cielos!  La  discordia  impía 
Sus  incendiarias  teas 
Vibra  ,  y  amigos  contra  amigos  arma. 
La  triste  patria  se  estremece  y  gime  : 
¿Quién  por  ella  intercede  ? 
¿Quién,  Reina,  sino  tú,  salvarla  puede. 

5 


(66) 

Y  tú  la  salvarás :  tu  voz  se  escucha , 
Tu  voz  consoladora , 

Tu  voz ,  nuncio  de  paz :  se  oculta  el  monstruo, 
Ceden  las  iras ,  la  esperanza  nace, 

Y  todos  asombrados  , 

Con  mas  estrecha  unión  se  ven  ligados. 

Union,  pues,  españoles:  ¿quién  sin  ella 
El  ser  libre  concibe? 
Unos  sean  de  hoy  mas  nuestros  deseos , 
Uno  el  objeto  que  nos  arme  á  todos  ; 

Y  con  valor  bizarro 

A  los  campos  volemos  del  navarro. 

Allí ,  sí ,  solo  allí ,  fuertes  patriotas  , 
La  libertad  peligra; 
Sus  contrarios  allí  tan  solo  existen. 
¿  La  queréis  conquistar?  Armaos  luego  , 
Marchad  á  esterminarlos  ; 
Solo  puede  morir  triunfando  Carlos. 

Corred  ,  pues ,  á  la  lid :  en  las  batallas 
Vuestra  sola  divisa 
Libertad,  Isabel,  Cristina  sea: 

Y  en  las  rocas  navarras  mil  hazañas 
Que  ensalzarán  los  hombres 

Con  sangre  sellen  tan  preciosos  nombres. 


2ü  sitio  oe  Bilbao 


a. 


JLPe  entre  las  rocas  que  la  sangre  tiñe  , 

Do  cobarde  se  esconde, 

Alza  el  tirano  la  sañuda  frente; 

Y  con  áspera  -voz  que  estrago  anuncia, 
Reúne  sus  pendones 

Convocando  sus  bárbaras  legiones. 

**  ¿La  veis  ,  les  dice  ,  la  ominosa  villa 

Que  vuestro  ardiente  esfuerzo 

Dos  veces  humilló?  ¿La  veis  cual  canta 

El  himno  de  victoria  %  y  vuestra  afrenta 

Al  mundo  publicando  , 

Es  el  orgullo  del  contrario  bando  ?  ?? 

w  ¡  Allí  murió  vuestro  primer  caudillo. 

Y  aun  no  le  habéis  vengado  ! 
Allí  inmensas  riquezas  se  atesoran  j 
Allí  entre  lauros  de  esta  lid  sangrienta 
El  término  hallaremos. 

¡Venganza  y  esterminio!  jSus!  Marchemos." 

Dice  j  y  se  lanzan  ,  y  rabiosos  llegan: 

Las  máquinas  embisten  j 

Truena  el  ronco  cañón  ,  la  bomba  estalla 

Estrago  y  muerte  por  dó  quier  lanzando ; 

Y  al  brillar  de  la  llama  , 

"¡Triunfo!"  con  risa  atroz  el  monstruo  esclama. 


(68) 

Bilbaínos  ¿Tembláis?...  No:,  mas  ¡  ay  tristes! 

¿Dó  está  vuestra  defensa? 

¿Dó  están  los  muros  que  ampararos  deben? 

¡Muros!...  me  respondéis...  no  los  queremos  ¿ 

!  Estos  los  torreones 

De  los  valientes  son,  los  corazones  !  " 

Y  el  pecho  solo  presentáis  sin  miedo 
A  las  ardientes  balas. 

wSed  esclavos  :"  os  dicen  los  malvados  •• 
w  Somos  libres  .* "  os  oigo  repitiendo ; 

Y  lo  que  el  libre  jura 

El  cañón  en  sus  manos  lo  asegura. 

:         ■  ü'SLS. 

De  la  bomba  al  horrísono  estampido 

Se  aplana  el  alto  techo  ; 

Perece  el  dulce  hogar,  pero  ¿qué  importa? 

Gozosos  lo  miráis  si  entre  sus  ruinas 

A  par  que  se  derrumba, 

El  infame  carlista  halla  su  tumba. 

Y  qué,  en  cobarde  indiferencia  acaso 
El  esterminio  vuestro 

España  mirará?  ¿Dó  están  sus  huestes? 
^Dó  sus  guerreros?...  Vedlos  yá  :  animosos 
Traspasan  la  alta  sierra, 

Y  va  á  su  frente  el  raimen  de  la  guerra. 

Miradlos  y  alentad.  Ya  la  victoria 

Sus  hijos  los  aclama: 

Esos  los  héroes  son  que  el  lauro  honroso 

De  Asarta  ,  de  Arlaban  ,  Mendigorría 

Al  Navarro   arrancaran , 

Sin  que  sus  altos  riscos  le  salvaran. 

Guerreros  ,  no  tardéis...  Mas  ¿quién  detiene 
Vuestra  marcha  atrevida? 

¡O  asombro!  ¡O  gloria!...  Los  sitiados  mismOB. 
wNo  apresuréis,  os  dicen  ,  la  victoria. 
Si  para  asegurarla 
La  sangre  nuestra  ha  menester  comprarla. 


( 69 ) 

Segura  está ;  vuestro  valor  lo  afirma , 
Ya  el  sitiador  se  aterra ; 
A  los  montes  cual  suele  se  guarece ; 

Y  aunque  natura  y  arte  allí  le  amparan  , 
Medroso  ,  sin  alientos , 

Pide  auxilio  á  los  mismos  elementos. 

No  importa  ,  no;  que  triunfos  no  costólos 
El  bravo  los  desprecia. 
Las  victorias  que  fáciles  se  alcanzan 

Y  el  número  consigue  ó  la  sorpresa, 
Biísquelas  el  carlista :  ' 

Solo  ama  el  liberal  noble  conquista. 

Allí  dó  en  parapeto  formidable 
Fuego  el  canon  vomita  , 
En  noche  horrible,  despreciando  hielos, 
Guando  hasta  el  cielo  mismo  le  combate , 

Y  muerte  le  destroza, 

¡  Entonces ,  sí ,  que  el  Español  "se  goza ! 

Tal  te  gozaste  tú ,  noble  Espartero. 

El  puente  encastillado 

Tenaz  resiste  y  á  tus  golpes  cede: 

La  noche  ,  el  frió ,  el  huracán  ,  el  monte 

Te  niegan  la  victoria : 

¿Qué  consiguen  al  fin?  Darte  mas  gloria. 

j  Canta  tu  libertad  ,  fuerte   Bilbao ! 

De  Numancia  y  Sagunto 

Los  eternos  laureles  eclipsaste. 

Dióles  hado  fatal  ruina  gloriosa ; 

Tú  mas  dichosa  fuiste  \ 

Pues  con- igual  valor  vencer  supiste. 

Lauros  de  Maratón  ,  lauros  del  libre  , 
Reverdeced  ahora, 

Y  orillas  del  Nervion  brotad  lozanos : 
Con  sangre  las  regaron  de  la  patria 
Los  defensores  fieles: 

Sangre  de  esclavos  es  j  creced  laureles. 


(70) 

Españoles^  venid,  y  agradecidos, 

Coronas ,  recompensas  , 

Traed  al  vencedor...  Mas  no  ,  teneos  $ 

Que  un  solo  bien  aprecia ,  bien  inmenso 

Por  él  ha  peleado: 

j La  libertad!  su  espada  la  ha  ganado. 

Libre  de  hoy  mas  será,  libres  seremos} 

Y  los  viles  esclavos 

Que  de  un  tirano  las  banderas  siguen  , 
Libres  también  serán  á  pesar  suyo ; 
Que  el  libre  al  combatirlos  , 
Quiere  vencerlos,  síj  mas  no  oprimirlos. 

Y  vencidos  serán;  y  el  monstruo  fiero 
Que  su  furor  concita, 

Huirá  del  suelo  que  profana  impío  : 
Rabioso  le  verán  remotos  climas 
Su  ignominia  arrastrando  ; 

Y  odio,  y  horror  y  maldición  llevando. 

Y  solo  quedará  su  sombra  odiosa 
Vagando  por  los  montes, 

Triste  ,  sañuda  ,  sanguinosa ,  horrible  j 

Y  voz  tremenda  que  la  España  atruene  , 
Gritará:  "Castellanos, 

Miradla  bien :  así  son  los  tiranos  !"